Cheeto: del "unboxing de calabacín" a las "50 rebanadas de Grey"

Madrid

Abraham Bandera es un veinteañero de Málaga al que, un día, harto del fulgurante éxito de los unboxing en YouTube, se le ocurrió hacer "algo mucho más estúpido: reventar un calabacín contra la mesa". Se creó una cuenta con el alias CheetoSenior y subió el vídeo a Internet.

Pero lo que empezó como un juego con el que burlarse de aquellos que se filman abriendo cajas de productos, sobre todo tecnológicos, derivó en un hábito tan exitoso como el que pretendía ridiculizar.

5.000 seguidores después llegó el unboxing de sandía, en el que, con tres cámaras grabando de forma simultánea, hace rodar una sandía por una pequeña pendiente, la destroza a patadas y luego se come un trozo.

Cheeto es, a día de hoy,  uno de los youtubers españoles de más éxito. Roza el millón y medio de seguidores en YouTube y, como @Srcheeto, supera los 765.000 seguidores en Twitter, tantos como Karlos Arguiñano y Alberto Chicote juntos). Pero, ¿por qué?

Por lo mismo que han triunfado otros, probablemente. Lucía Taboada explica en su libro #Hiperconectados que con YouTube se ha producido un cambio fundamental en el consumo: la elevación de lo absurdo.

También cuenta que los youtubers son jóvenes, que tienen "un público aún más joven" y que no cuentan con la creatividad de un escultor renacentista, pero sí con "una actitud irreverente".

El Señor Cheeto encaja perfectamente en esa descricpción, pero aunque también es gamer y a veces habla de viajes o asuntos diversos, lo que más trata en sus vídeos es la comida.

Su peculiar receta de la tortilla de patatas, por ejemplo, supera ya los dos millones de visualizaciones. Pero también ha creado tutoriales explicando cómo hacer cupcakes, espaguetis, lasaña o cheetos caseros.

También hay vídeos en los que come frente a la cámara. Un género que arrasa en Corea del Sur (muk-bang) y que Cheeto combina con el tono de mal rato, pero divertido que popularizó la serie de MTV Jackass.

El vídeo en el que degusta grageas que saben a vómito, comida de perro o queso podrido es el más visto de su canal. En otros opta por experimentar con el picante junto a otros youtubers, hacerle una oda al bocata campero que preparan en la hamburguesería familiar o, simplemente, comerse un kebab para acabar recibiendo un bofetón.

En uno de sus últimos vídeos se pasa del unboxing al challenge autoimponiéndose el reto de zamparse 50 rebanadas de pan de molde y anunciando que, si no lo consigue, se tiñe la barba de rubio.

En otros le habla a sus seguidores de productos que ha comprado en un supermercado de EE UU, o cata dulces chilenos, o prueba y puntúa snacks típicos de Holanda. Todo desde la habitación de un hotel y sin grandes alardes técnicos, de vestuario o de iluminación.

Lucía Taboada señala en #Hiperconectados que "un youtuber medianamente consolidado" puede ganar 2.000 o 3.000 euros mensuales. Los más exitosos, por lo tanto, mucho más.

Pero de la misma manera que las agencias de publicidad se reservan cuánto gana un cocinero por protagonizar una campaña en televisión, tampoco está muy claro cuántos ingresos puede generar Cheeto.

Lo que sí se sabe es que cuenta con una agencia (BLive) que se dedica, entre otras actividades, a fomentar acciones comerciales de marketing viral como el branded content o el product placement.

Mientras media España sigue observando a los youtubers con cara de incomprensión y hasta cierta superioridad, las grandes marcas (y sus grandes presupuestos) empiezan a interesarse por sus honorarios. Elrubius, por ejemplo, ya ha trabajado para Fanta.