España acude a las urnas con la amenaza de un nuevo bloqueo
Los sondeos apuntan que las elecciones anticipadas del 26-J apenas cambiarán la distribución de escaños que hizo imposible un nuevo gobierno tras el 20-D
Madrid
Nunca España vivió unas elecciones generales tan inquietantes en la reciente etapa democrática como las que se celebran este domingo. Los últimos comicios del pasado 20 de diciembre dejaron un resultado imposible de gestionar. Con el bipartidismo enterrado tras casi 40 años de vida, cuatro formaciones (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos) se repartieron 324 de los 350 escaños del Congreso. Sin mayorías absolutas, el desacuerdo de los cuatro partidos desemboca en una cita con las urnas de incierto desenlace. Tan sólo seis meses y seis días después de las últimas elecciones, los españoles vuelven a votar con la sensación de que el callejón que conduce al futuro sigue sin salida porque nada ha cambiado desde entonces.
Las novedades respecto al 20-D
Las encuestas aportan dos novedades significativas respecto a los resultados del 20-D. La suma de los partidos de izquierda y centroizquierda (PSOE y Unidos Podemos) avanza para acercarse a la mayoría absoluta de los 176 diputados; el bloque de derecha y centroderecha (PP + Ciudadanos) sigue estancado en 160 diputados y sin margen aparente para otras alianzas. Los sondeos señalan que la incorporación de IU a las candidaturas de Podemos permite sumar lo suficiente para que esas listas de unidad popular adelanten al PSOE, que dejaría de ser la fuerza hegemónica de la izquierda por primera vez en los últimos 40 años.
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Estas novedades pueden resultar inútiles para evitar un nuevo bloqueo institucional.
Si las urnas confirman las encuestas y los líderes políticos mantienen la palabra que han repetido en campaña será difícil encontrar alguien con votos suficientes para lograr la investidura de presidente. Todos los partidos niegan la posibilidad de unas terceras elecciones pero ninguno de ellos garantiza que ese accidente no se vaya a producir.
Si alguno de los candidatos consiguiera los votos necesarios para ser elegido presidente en segunda vuelta, tendría dificultades mayores para gobernar España. Los resultados electorales pueden permitir una investidura pero dejará un gobierno extremadamente débil en manos de la oposición, a juzgar por lo que vaticinan los sondeos.
En este contexto de bloqueo institucional, 36,5 millones de ciudadanos están llamados a las urnas en la primera convocatoria anticipada de elecciones generales que se celebra en España por culpa de una investidura fallida que obligó a disolver las Cortes tras dos sesiones fallidas y muchas negociaciones frustradas.
Las nuevas Cortes Generales se constituyen el 17 de julio. A partir de ahí, se abrirán todas las posibilidades, sin ninguna certeza porque los candidatos que tendrán en su mano la investidura no han precisado aún su estrategia para el juego de las alianzas.
Los cuatro partidos que aglutinarán más del 80% de los votos (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos) tienen posibilidades de gobernar; dos de los cuatro candidatos a presidente (Mariano Rajoy y Pedro Sánchez) tienen la posibilidad de serlo o de jubilarse del ejercicio de la política si no lo son.
En esas condiciones, este 26-J llega cargado de incertidumbres que empezarán a despejarse a partir de las diez de la noche de este domingo, cuando el escrutinio afine la composición del Congreso y del Senado.
El PSOE, entre la resurrección y la peor crisis
Desde que José Luis Rodríguez Zapatero girase el timón de su política en 2010 por culpa de la peor crisis económica en la historia de España y aprobara recortes de derechos y de servicios sociales, el PSOE sufre una caída en picado que le ha llevado de los 11 millones de votos y 169 escaños de 2008, a los siete millones y 110 escaños en 2011, y a los 5,5 millones y 90 escaños en 2015. De ser la única alternativa de gobierno en España ha pasado a estar a solo un paso de perder la hegemonía de la izquierda.
En este tiempo, apenas cinco años, el PSOE ha tenido tres secretarios generales distintos, los dos últimos (Alfredo Pérez Rubalcaba y Pedro Sánchez) amenazados siempre por las urnas y por un ruido interior que nunca ha cesado. La batalla por el poder se libra desde el mismo día en que Zapatero anunció que se retiraba. Los resultados de los distintos congresos que ha celebrado el partido para elegir a sus líderes no ha hecho más que agudizar esa pelea.
La irrupción de Podemos y la caída del PP, acorralado por los casos de corrupción y los recortes aplicados por el Gobierno de Mariano Rajoy, permitieron al PSOE recuperar parte del poder autonómico y municipal en las pasadas elecciones de mayo de 2015. Sin embargo, esa recuperación del poder institucional no ha tenido continuidad el 20-D. El PSOE obtuvo ese día su peor resultado electoral en democracia. Y pese a ello, su líder, Pedro Sánchez, intentó dos veces la investidura y dos veces se estrelló contra Podemos, que no puso sus 69 votos al servicio de un proyecto que podría haber resucitado de nuevo al PSOE.
Ahora, la amenaza para Sánchez es doble: que Podemos supere en votos y escaños al PSOE, y que los socialistas se queden por debajo de los 90 escaños. En ese escenario, la crisis parece servida y la continuidad de Sánchez al frente del PSOE, muy improbable.
El PP espera a la gran coalición para evitar la catarsis
Mariano Rajoy sufrió como candidato a presidente dos grandes decepciones (2004 y 2008) que estuvieron a punto de finiquitar su carrera política. Resistió y en 2011 logró una mayoría absoluta regalada por el Gobierno socialista, cuya gestión de la crisis económica causó hasta tres millones de parados y una colosal desesperanza. Casi cinco años después, Rajoy se presenta con la mochila cargada de escándalos de corrupción, algunos de los cuales le afectan directamente; y una gestión de la crisis cuyo balance ha dejado atrás los números rojos que le acompañaron en los dos primeros años de su mandato. El PP fue el partido que más votos y escaños perdió el pasado 20-D. Pasó de casi 11 millones de sugragios a poco más de siete millones y de 186 escaños a 123.
En esa situación, las encuestas le siguen adjudicando la victoria pero por un margen tan insuficiente (a más de 50 escaños de la mayoría absoluta) que su única esperanza es que el PSOE traicione sus principios, sus promesas y sus acuerdos orgánicos para facilitar su investidura.
Si Rajoy no sale investido, el PP buscará otro líder. Una batalla por el poder con desenlace incierto. Su dedo no bastaría para definir el futuro de la formación conservadora.
Podemos sigue al alza, su cielo sigue lejos
Las expectativas electorales de Podemos no dejan de crecer. Las encuestas apuntan a un aumento próximo a los 20 escaños, ahora tiene 69, con un porcentaje de apoyos próximo al 25%. Y pese a ese incremento que no cesa para un partido con apenas dos años y medio de vida, el cielo que pretendían asaltar sigue lejos porque las posibilidades de aliarse con el PSOE son remotas.
Pablo Iglesias tuvo en su mano dar el gobierno a Pedro Sánchez en los dos intentos de investidura del líder socialista. Le negó al apoyo y ahora amenaza con sobrepasarle en votos. Pero necesita a un partido, el PSOE, que rechaza dar su voto a quien aboga por celebrar en Cataluña un referéndum por la independencia que puede romper España.
Ciudadanos, la bisagra sin puerta
El partido de Albert Rivera irrumpió en el Congreso de los Diputados como cuarta fuerza política con menos diputados (40) que expectativas (los sondeos llegaron a situar a esta formación en segundo lugar). Se alió con el PSOE para una investidura improbable y salió aparentemente reforzado de aquel envite. Ahora, las encuestas señalan un estancamiento de Ciudadanos.
Rivera quiere empezar a negociar un gobierno transversal (PP, PSOE y Ciudadanos) desde el lunes. El PSOE rechaza a priori ese escenario. Rivera rechaza a Rajoy como presidente para ese pacto. Y el PP rechaza los vetos del líder de Ciudadanos. Rivera ofrece una bisagra, pero la puerta no existe.