La guerra entre el abad y Carrero Blanco por el Valle de los Caídos
El abad del Valle de los Caídos mantuvo un duro enfrentamiento epistolar con Carrero Blanco, presidente del gobierno franquista, justo antes de la muerte del almirante
Los duros reproches del religioso a Carrero por lo que consideraba desinterés y desidia causaron una furiosa contestación del almirante, que llegó a amenazar a los benedictinos con su expulsión de la abadía
Madrid
Los monjes benedictinos estaban más que enfadados con el gobierno franquista porque se sentían abandonados y menospreciados. Y al hacérselo saber al gobierno, encabezado por Luis Carrero Blanco, provocaron una reacción airada y amenazante de este.
Durante años, la abadía vivió con un régimen jurídico que no gustaba nada a los monjes porque creían que les dejaba sin protección material y les impedía ejercer dentro de su ámbito con la libertad que a ellos les hubiera gustado.
Reunidos el 15 de abril de 1969
Para informar de sus ideas, el responsable espiritual de la abadía mantuvo una entrevista con Carrero Blanco en abril de 1969, cuando el almirante era vicepresidente de gobierno. En ese encuentro cordial, según el memorándum redactado, se pusieron sobre la mesa todos los asuntos que años después siguen emponzoñando las relaciones entre el responsable religioso de la abadía y el gobierno franquista.
Es tras esta reunión, y años después, cuando el religioso vuelve a la carga por escrito dirigiendose al almirante Carrero Blanco mediante al menos dos cartas (una de ellas aquí publicada) en la que, además de "insistir, con el mayor respeto, en cuanto le dije hace ya más de cuatro años en nuestra entrevista de 15 de abril de 1969", le apremiaba a "establecer un régimen jurídico digno para la abadía y su labor, con garantías de estabilidad y duración". Pero también el abad, Luis María Lojendio, le señalaba que "ustedes tienen el deber de apoyarnos con algo más que unas pesetas, y sobre todo que no encontremos dilaciones, obstáculos e incomprensiones donde debemos ser mejor comprendidos".
Carrero Blanco tarda en responder. Lo hace tras leer un informe del abogado del Estado de Patrimonio Nacional en el que se le aconseja responder al abad rechazando demora alguna y pidiéndole al abad que apruebe el contrato y el protocolo que le fue enviado muchos meses antes. Y lo hace furioso, en un tono amenazante y con palabras muy duras. De entrada, le muestra su "extrañeza y disgusto" no sólo por el contenido sino también por "el empleo de una técnica dialéctica conflictiva", por lo que considera "aspereza e incluso la hostilidad". Tan es así que llega a sugerir que resuelvan su relación con el Valle.ç
Mejorar el servicio telefónico, reforzar el servicio de megafonía y arreglar goteras
A lo largo de los ocho folios de la carta, firmada y enviada dos meses y medio antes de su muerte, Carrero Blanco rebate punto por punto los problemas que, según el abad, atenazan al Valle de los Caídos y perjudican la vida monástica. El abad consideraba que era necesario mejorar el servicio telefónico, reforzar el servicio de megafonía, suprimir goteras y mejorar las cubiertas, entre otras obras urgentes. No dejaba pasar tampoco la ocasión para quejarse por la presencia en el recinto de la Guardia Civil y por los controles de seguridad que establecía.
En su airada respuesta, Carrero Blanco le recuerda que "desde su designación como abad mitrado, la Fundación ha realizado obras y ha procedido a adquirir bienes por valor de más de 112 millones de pesetas en beneficio de esa abadía". Pero si enfadado se muestra Carrero por los reproches económicos, no menos molesto se muestra por la acusación que le hace el religioso respecto al estatuto jurídico del Valle al estar convencido de que el responsable de no haber alcanzado un acuerdo recae en el abad a quien de manera directa le acusa de mentir ("he de rechazar del modo más enérgico...estas afirmaciones ofensivas"). Tan es así, que amenaza de manera contundente con "-de no modificarse su actitud- la absoluta imposibilidad de que nunca pueda suscribirse ningún convenio con ustedes". "La dignidad del Poder Civil, que como usted sabe mejor que yo también tiene su origen en Dios Nuestro Señor, tampoco está habituada a estas crisis y conflictos dialécticos continuos planteados por ustedes", añade para animarle a continuación a un cambio de actitud que permita desbloquear la situación.
Eso sí, a pesar de la tensión y el enfado que destila la que fue su última carta sobre el Valle de los Caídos, Carrero Blanco mantiene las formas en su despida al saludar al abad "con respeto y afecto y besa su Anillo Pastoral".
El abad del Valle da la callada por respuesta "hasta después de haberse cometido el magnicidio en la persona de Don Luis, volviendo a suscitar este problema”, dice un informe de Patrimonio Nacional. O lo que es lo mismo, 7 meses pasan hasta que responde. Estamos ya en 1974. Es significativo que entonces eluda contestar al gerente y se dirige al presidente del Consejo de Patrimonio Nacional. Y ya al año siguiente, en 1975, plantea de manera directa un aumento del 25% del presupuesto, un incremento que no fue aprobado en su totalidad.
Ante la persistencia de las quejas y reclamaciones del religioso, el consejero delegado gerente de Patrimonio Nacional, en un informe redactado el 25 de febrero de 1976, cree que existe un "afán de la Comunidad Benedictina de pretender ser ella la única que represente, administre y dirija en todos sus aspectos el Patronato de la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, ignorando las facultades que tiene el Consejo".
Javier Torres
Redactor de Política, trabaja en el Congreso y hace seguimiento de Vox. Anteriormente formó parte de...