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REPORTAJE | LA CRISIS DE LOS REFUGIADOS

Rescate masivo sin presencia de autoridades europeas

A bordo del Golfo Azzurro frente a la costa libia

Una madre siria junto a sus bebé y un niño pequeño / GERVASIO SÁNCHEZ

Una madre siria junto a sus bebé y un niño pequeño

Aguas internacionales frente a Libia

Más de un millar de refugiados fueron rescatados entre el jueves por la tarde y el viernes al mediodia en el Mediterráneo central sin presencia de ninguna autoridad europea. Las ONG Proactiva Open Arms, Médicos sin Fronteras, Save The Children, Sea Watch, Sea Eye, Jugend Rettet Iuventa realizaron un eficiente trabajo coordinado que se saldó con 945 náufragos rescatados, que se movilizaban a la deriva en ocho embarcaciones de madera y goma.

El Centro de Coordinación de Rescate Marítimo del Mediterráneo central, la única autoridad oficial participante en el rescate masivo, el ojo europeo por llamarlo de una manera diplomática, supervisó la operación desde más de mil kilómetros de distancia, pero ningún navio o lancha rápida de la marina europea, helicóptero o avión de rescate de la policía fronteriza europea hizo acto de presencia. Sin la asistencia de estas seis ONG seguramente este millar de personas se hubiera ahogado sin testigos.

Es el resumen de una triste realidad que se repite en el Mediterráneo central desde hace años ante la pasividad y la hipocresía de las autoridades europeas. Los únicos policías de fronteras vistos por este enviado especial hasta la fecha se encontraban enfundados en ridículos trajes de protección biológica debajo de un toldo para evitar las molestias del sol y ni siquiera se acercaron a hablar con la tripulación de un barco que encallaba en un puerto de Sicilia con 389 rescatados, aunque solo fuera por simple cortesía.

Las autoridades europeas se muestran insensibles y son incapaces de buscar soluciones para paliar el calvario de miles de personas que huyen de guerras y de situaciones de pobreza endémica por rutas peligrosas y bajo el control de traficantes de seres humanos que se benefician del caos en Libia.

Por eso emociona que ayer los voluntarios del Golfo Azzurro, que dieron de nuevo una gran lección de dignidad y de profesionalidad rescatando a centenares de náufragos, se lamentasen al final de una jornada intensa de la muerte de uno de los refugiados al caerse de la barcaza de goma. Se habían salvado a centenares de refugiados, entre los que había bebés de pocos días, pero el dolor por una muerte estaba más presente que la satisfacción por el extraodinario trabajo realizado.

Una mejoría del tiempo después de varias jornadas de temporal aceleró la salida de barcazas cargadas de refugiados desde la costa libia. A las 5.41 de la mañana uno de lo barcos nodrizas anunció que había detectado una barcaza de goma. 117 hombres, 17 mujeres y 2 niños fueron rescatados dos horas y media después. El Vos Hestia de la organización Save the Childrem también rescataba a 151 personas, incluidas dos mujeres y un bebé, treinta millas náuticas más al norte.

Una mujer acompañada de sus hijas en una de las lanchas

Una mujer acompañada de sus hijas en una de las lanchas / GERVASIO SÁNCHEZ

Una mujer acompañada de sus hijas en una de las lanchas

Una mujer acompañada de sus hijas en una de las lanchas / GERVASIO SÁNCHEZ

Poco después de las nueve de la mañana el Golfo Azzurro recibió las coordenadas de otra embarcación de goma a la deriva y el jefe de la misión ordenó a las tripulaciones de las dos lanchas rápidas que rastrearan la zona sin entrar en las aguas juridiscionales libias. Pronto se tomó contacto con la barcaza con 136 refugiados, la mayoría subsaharianos sin chaleco salvavidas.

La barcaza parecía estable, los refugiados se tranquilizaron y se sentaron a esperar el trasvase después de recibir los chalecos salvavidas. Todos los náufragos debían ser trasladados al Vos Prudence, el gran barco-hospital de Médicos sin Fronteras, que navegaba hacia la zona desde primeras horas de la mañana.

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A los pocos minutos se detectaron otras cuatro barcazas de madera que navegaban aún en aguas libias. Una quinta barca acompañaba a la pequeña flotilla. Son los llamados buitres, pescadores que esperan el fin del rescate para llevarse los motores de las barcazas y revenderlos en Libia. Una patrullera libia también hizo acto de presencia. Como luego diría uno de los voluntarios del Golfo Azzurro “parecía el escenario de una película” en pleno rodaje de la secuencia más importante.

La llegada de la patrullera libia puso nerviosos a los refugiados de la barcaza de goma y varios de ellos se cayeron al agua. Las tripulaciones de dos lanchas rápidas de Médicos sin Fronteras consiguieron recuperarlos del mar, pero uno de los refugiados llegó muerto al barco-hospital.

460 refugiados viajaban en las cuatro barcazas de madera. Una de las lanchas rápidas de Proactiva Open Arms traladó de una vez a 43 mujeres y niños, entre los que había bebés de días y unos veinte menores de 10 años.

Uno de los niños lloraba sin parar y quería regresar a la barcaza donde continuaba su padre. Su madre apenas podía sujetarlo, debilitada y muy mareada. Una de las mujeres sirias repetía insistentemente que viajaba con sus cinco hijos pequeños y sólo se calmó cuando los vio a todos en la lancha de rescate.

Los soldados libios de la patrullera asaltaban las barcazas ya evacuadas, recogían los motores y posteriormente las quemaban. “Seguro que les dan unos 4.000 dólares por los motores. Ha hecho el agosto”, comentó un voluntario. Esta vez los buitres se quedaron sin negocio.

 
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