Cosas extrañas que la gente ha intentado comerse en restaurantes de alta cocina
Tacos de madera, toallitas, cáscaras fibrosas, esqueletos de sepia, papel de horno...
Madrid
La actriz británica Tracy Ann Oberman contó a principios de mes que, durante una comida en el restaurante MB de Tenerife, distinguido con dos estrellas Michelin, su marido intentó comerse una servilleta porque la había confundido con algo comestible. Una confesión posteriormente recogida por el diario Daily Mail que, en contra de lo que pueda parecer, no responde a un caso aislado sino a algo relativamente frecuente en los restaurantes de alta cocina.
Pero, ¿por qué sucede? "Mucha gente evita preguntar y es una equivocación total", dice Begoña Rodrigo, chef de La Salita. "Si trabajamos tantas horas es para que esté todo superbien y la gente no pregunta en el restaurante, pero luego lo dice en redes sociales. ¡Si preguntaran más se irían más contentos!".
Juan Diego Sandoval (Coque), flamante Premio Nacional de Gastronomía al Mejor Jefe de Sala, está convencido de que la gente no pregunta "por vergüenza". Una idea compartida por el sumiller José Antonio Barragán (Universo Santi), quien defiende que el cliente sepa en todo momento lo que está pasando: "Es como cuando te montas en una montaña rusa. Sabes que vas a caer, pero lo sabes porque te avisan. En un restaurante, si vas a hacer algo sorprendente, ¡hay que avisar!".
Pese a las extensas explicaciones que suelen acompañar a cualquier menú degustación en un restaurantes de alta cocina, la confusión está a la orden del día y, a modo de muestra, ahí van cinco casos 100 % verídicos:
Toallitas húmedas y un taco de madera
Mónica Quirós, sumiller del granadino El Claustro, recuerda que en uno de los restaurantes por los que ha pasado servían "una gamba roja excepcional" y, a continuación, una toallita enrollada sobre sí misma con agua caliente.
"¡Cuando me di la vuelta el cliente estaba chupando la toallita! ¡Imagínate la situación! ¿Cómo te acercas y le explicas que eso es una toalla sin que se sienta ridículo o violento? Fue una situación delicadilla"...
Pero Quirós recuerda de inmediato otro caso igualmente impactante: "Otra vez también me pasó que poníamos pan crujiente en un taco de madera y un cliente mordió el taco de madera... ¡Pero además con ganas!".
Sal gorda y canela en rama
Juan Diego Sandoval apunta que el menú de Coque de la pasada primavera incluía un postre que se colacaba en el centro de la mesa, donde ponían un recipiente con hojas, ramas de canela y hielo seco, para luego añadir agua caliente y que saliera humo: "Tuvimos alguna persona que mordía la canela y otras que mojaban el postre en el agua, así que decidimos avisar de que solo era para decorar y aromatizar".
Pero Sandoval también ha sido víctima de esas confusiones. "En Budapest me ocurrió que en un aperitivo que tenía una base de sal pintada con colorante, te daban una cuchara y había que cogerlo. Yo, ingenuo de mí, lo mezcle con la sal creyendo que eran frutos secos y la experiencia no fue nada agradable".
Cáscaras de edamame y demasiado wasabi
Mónica Fernández, sumiller y responsable de sala del madrileño 99 Sushi Bar, explica que tradicionalmente los los restaurantes japoneses dan más miedo por desconocimiento de los productos, pero asegura que "cada vez menos" y que si alguien se ha metido un gran trozo de wasabi en la boca —algo extremadamente picante— ha sido "más bien por una broma de su acompañante, que le ha engañado diciendo que era algo parecido al guacamole".
Sí es relativamente habitual, sin embargo, que los clientes se equivoquen con el edamame [la vaina de la soja]: "Aunque hemos explicado que solo se toma la semilla, te encuentras gente que se ha comido hasta la cáscara".
Lienzos y jibiones de choco
El sumiller gaditano José Antonio Barragán, que ahora trabaja en Universo Santi, recuerda que en uno de los restaurantes por los que pasó se usaba un lienzo de papel para servir un postre en forma de dibujo hecho con varias cremas. "A veces bromeábamos con que el papel era comestible, pero hubo gente que se lo comió de verdad porque, al estar impregnado en salsa, ¡estaba hasta bueno!".
Pero la torpeza más llamativa que han visto sus ojos, además de los mordiscos a las toallitas, como en el caso de MB o el que explicaba Mónica Quirós, es la ingestión por error de un jibión de choco [el esqueleto cartilaginoso de una sepia] sobre el que servían los dulces acompañantes del café, llamados petit fours. "¡La gente está to crazy! ¡Se tiran a la aventura!".
Papel de horno y pimienta en grano
La chef valenciana Begoña Rodrigo comprobó que esas equivocaciones no son una leyenda gracias a su excuñado: "Cuando me preguntaba, yo siempre le decía que en La Salita se se come todo lo que ponemos en el plato, pero la primera vez que vino le servimos un papillote hecho con papel de horno... ¡y se lo comió!".
Ella asegura no haber sufrido ninguna "experiencia rara" en primera persona, pero sí reconoce que en algunos restaurantes, para sostener un recipiente, se valen de productos muy diversos: "Como máximo te puedes comer un grano de pimienta", dice entre risas.
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...