La marea violeta inunda de nuevo las calles de España
Miles de personas en unos 500 municipios han salido a manifestarse por los derechos de la mujer. "No quieren ser princesas, quieren ser alcaldesas"
Madrid
Llevaban ya horas algunas redacciones semivacías, los metros y autobuses circulando más lentos, también más llenos, las calles despertando progresivamente en agitación; pero a esa hora, a las 19:00, fue cuando todas coincidieron en aceras y calzadas. Claudia, con su escayola en la pierna rota, alzando en Bilbao un cartel que preguntaba '¿a quién le importa lo que yo haga?'; Cristina, que en Zaragoza decía que cree que vamos a mejor, pero que ante los nuevos discursos políticos hay que mantenerse firme para blindar lo conquistado; o Isabel, que a sus 76 años se emocionaba en las calles de Valencia al recordar cómo su lucha empezó en el franquismo y ahora rejuvenece. Era el feminismo, un 8-M que volvió a inundar las calles por la igualdad.
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Madrid, colapsado, esperaba una hora después la entrada de la cabecera de la manifestación en la Plaza de Cibeles, donde una luz morada iluminaba el agua que saltaba alrededor de la diosa. Los metros pasaban sin parada por Atocha, el lugar elegido como punto de inicio. La marea bloqueaba la calle Alcalá.
Barcelona unía con miles de personas la distancia que separa, precisamente, las plazas de España y Cataluña, principio y final de la marcha. 'Ens aturem per parar-ho tot' ('Nos detenemos para pararlo todo') era el lema bajo el que se convocaba el gentío en la ciudad condal, donde un cartel renombraba la ambición de romper el techo de cristal: "No queremos ser princesas, queremos ser alcaldesas".
Atravesar una plaza costaba 60 minutos en Madrid, 100 metros en más de una hora en Bilbao y una impresión de paso lento general en muchas de las 500 localidades españolas que este martes han convocado una manifestación. Aglomeración en las calles, donde la llamada feminista ha sido más visible y efectiva que en las oficinas, afectadas en la mayoría de casos por paros parciales. Unos seis millones de personas han participado en ellos según CCOO y UGT.
En lugares como Badajoz sorprendían los carteles que le decían a Manolo "hoy hazte la cena solo" y a los seguidores del famoso mago que "Sin Hermione, Harry habría muerto en el primer libro". "Me llamó la atención la cantidad de chicas jóvenes que había, pero muy jóvenes", contaba Mari Carmen, de Vigo, que con 64 años sigue siendo el sostén imprescindible de una familia de tres hijos y cinco nietos. "Fui a la plaza de la farola y estaba a tope".
Las instituciones comenzaron a poner cifras a las sensaciones. En Sevilla 100.000 personas según el Ayuntamiento, en Barcelona 200.000 según la Guardia Urbana, en Madrid 375.000 según la Delegación del Gobierno, la más masiva de las marchas del país, con el grito de '¡Imparables!' e '¡Imprescindibles!' trepando hasta las azoteas de los edificios en la Gran Vía.
Lidia, con su hija en brazos, se manifestaba en un Santiago abarrotado. Hay que "implicarse en la educación de los niños y las niñas desde pequeños" para enseñarles a vivir y crecer en igualdad. Leire, algo más que una niña, con 17 años, protestaba en Bilbao porque "muchas veces voy por la calle y me gusta ir tranquila, relajada, pero recibo piropos que no quiero".
"La primera manifestación la hicimos en 1978 y desde entonces hasta aquí… el resultado es lo que vemos hoy. Es impresionante", contaba en 'Hora 25' la histórica activista Justa Montero. "En algún momento conseguiremos todo lo que queremos, todo por lo que hemos salido a la calle".
Poco antes de las diez de la noche, la cabeza de la marea violeta ingresaba en la Plaza de España de Madrid para dar lectura al manifiesto. "Ocupamos la calle por hacer visibles nuestros trabajos, nuestros cuerpos", leían. "Somos millones las mujeres dispuestas a conseguirlo y vamos a por todas".
Por 1.000 motivos decían salir las mujeres este viernes a las calles. Por muchas más se han contado pero "más allá del seguimiento, el runrún ya está creado. Hagan o no huelga, vayan o no a la manifestación, se habla del tema. Porque a cada generación le toca una parte… A mamá (65 años) la de los cuidados, a la mía (40 años) la de encontrar un empleo acorde a tu formación, a la tuya (veintitantos) el miedo a ir sola", explicaba Andrea, madre de una niña de 6 años. Ella, su hija, "vivirá algo diferente. Igual que mi generación vive algo diferente a lo de mi madre; pero los cambios llevan tiempo".