La farsa detrás de una de las mayores atracciones turísticas del momento
Cada vez son más las personas que acuden a las Puertas del Cielo de Lempuyang con un único objetivo: una foto para Instagram
Madrid
Si tienes una cuenta de Instagram (y unos cuantos amigos y amigas en ella) es bastante probable que hayas visto a cualquiera de ellos posando frente a las Puertas del cielo de Lempuyang. Un templo, situado en Bali, que destaca por unos grandes pilares de hormigón que crean el marco perfecto para las personas que se encuentran entre ellas, quienes pueden fotografiarse junto al volcán Agung.
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Después de que youtubers e influencers de todo el mundo compartieran fotografías desde este idílico lugar, este templo se ha convertido en uno de los destinos favoritos para todas aquellas personas que buscan una foto para conquistar a su audiencia. Sin embargo, una vez allí, la realidad dista mucho de lo que se muestra a través de las redes sociales.
La realidad de las Puertas del Cielo
Hace apenas unos días, la periodista búlgara Polina Marinova mostraba su decepción a través de su cuenta de Twitter después de descubrir la farsa detrás de una de las mayores atracciones turísticas del momento: "Mis esperanzas y mis sueños se hicieron añicos cuando descubrí que el 'agua' de las Puertas del Cielo es en realidad un pedazo de vidrio debajo de un iPhone".
A pesar de que sigue siendo un rincón espectacular, ya sea con agua o sin ella, la ficción dista mucho de la realidad. Tal y como demuestra la periodista, las grandes columnas son tal y como se reflejan en las distintas imágenes que aparecen en las redes sociales. Sin embargo, la estampa no es tan impresionante como la que vemos en Instagram debido a la falta de agua bajo el monumento e incluso del volcán, que desaparece cuando se nubla el día.
Un viaje de dos horas y hasta tres horas de cola por una fotografía
Tras la publicación de este tuit, muchas han sido las personas que han compartido la desilusión de la periodista a la hora de descubrir el secreto de las Puertas del Cielo. De hecho, más de una ha denunciado que llegó a hacer un viaje de más de dos horas para sacarse la fotografía: “La gente conduce hasta allí durante dos horas y luego tiene que hacer cola para sacarse la fotografía. Es bastante ridículo".
Una cola que puede llegar a prolongarse hasta tres horas durante el periodo estival, cuando miles de personas de todo el mundo aprovechan para acercarse hasta el tempo para sacarse una fotografía. En definitiva, nada es lo que parece. A pesar de que es un enclave turístico asombroso, dista mucho del que vemos reflejado en Instagram.
David Justo
(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en tecnología y buscador de historias virales e inverosímiles...