Emigrar (o no), vivir, morir y retornar
Más de dos décadas después del acuerdo de cooperación entre España y la Comisión Islámica de España hay comunidades autónomas sin cementerios musulmanes para inhumar a los fallecidos
Madrid
Los ritos funerarios suponen una forma más de expresión de diversidad cultural. Las tradiciones funerarias varían según el país y las creencias religiosas de cada sociedad. La muerte tiene asociada ceremonias y costumbres propias en relación con el credo, a la cultura o el país. España es un país diverso y plural, aunque hay tradiciones funerarias que tropiezan con la legislación autonómica de la mayoría de las comunidades.
El cadáver envuelto en un sudario, después de ser lavado y purificado, es enterrado en contacto directo con la tierra -recostado sobre el lado derecho y mirando a La Meca-, sin ataúd y sin esperar 24 horas después de su muerte. Así es el rito islámico que solo permiten varias regiones; Andalucía, Ceuta, Melilla, y será posible en Castilla y León, tras la modificación del decreto regional que regula la sanidad mortuoria.
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En España viven cerca de dos millones de musulmanes y casi 900.000 tienen nacionalidad española, según un estudio demográfico realizado por la Unión de Comunidades Islámicas de España (UNIDE) en colaboración con el Consejo Musulmán de Cooperación en Europa. Para todos ellos hay una treintena de parcelas repartidas por el territorio, la mayoría, terrenos reservados dentro del cementerio municipal. También hay comunidades donde los musulmanes no tienen donde inhumar a sus muertos.
Extremadura es una de ellas. La comunidad islámica en la región reclama una parcela desde hace más de 20 años para que sus fallecidos "puedan estar cerca de ellos", defiende el imán de la mezquita de Badajoz y delegado de la Comisión Islámica de España en Extremadura, Adel Najjar.
"Somos ciudadanos españoles, nuestros hijos han nacido aquí y no conocen más de lo que han conocido en España", explica. Najjar argumenta que obteniendo cementerios musulmanes no solo consiguen tener a sus seres queridos cerca, también es una manera de “normalizar” sus vidas en nuestro país.
"Es necesidad, no es un privilegio. Todos nos morimos", insiste el imán de Badajoz, que, ante la escasez de cementerios en España, reitera la importancia de que cada comunidad autónoma cuente con su propio cementerio musulmán, y evitar así que sus seres queridos sean repatriados a sus países de origen o trasladados al cementerio musulmán de Griñón, en Madrid.
Castilla-La Mancha es otra de las comunidades autónomas sin cementerio islámico a pesar de que en esta región viven más de 65.000 musulmanes. La Asociación Marroquí de Derechos de los Inmigrantes hace cuatro años inició una petición en la que se reclamaba un cementerio musulmán en Puertollano y en 2007 hizo lo propio el Centro Cultural Islámico de Albacete. Ambas peticiones han quedado en nada. Además de Extremadura y Castilla-La Mancha, Asturias, Cantabria y La Rioja tampoco tienen parcelas reservadas para enterramientos islámicos.
Incumplimiento de la ley
La ley estatal de 1992 recoge y aprueba un acuerdo de cooperación entre España y la Comisión Islámica de España (ley 26/1992). En el punto 5 del artículo 2 se reconoce "el derecho a la concesión de parcelas reservadas para los enterramientos islámicos en los cementerios municipales, así como el derecho a poseer cementerios islámicos propios". Sin embargo, 27 años después, hay comunidades autónomas en España que no tienen cementerios musulmanes.
Adel Najjar se muestra optimista y cree que pronto esta comunidad tendrá un cementerio musulmán: "Es un derecho legítimo, la ley está con nosotros", comenta. Asimismo, tras el protocolo firmado por la Junta de Extremadura y la comunidad islámica el pasado mes de julio, en esta región ya son posibles los enterramientos musulmanes, eso sí, bajo “una fórmula de acercamiento de postura”.
Para que sea compatible con la normativa en materia de sanidad mortuoria, el cuerpo será enterrado dentro de un ataúd debido a que la cláusula sanitaria impide el enterramiento directo en la tierra, "aceptamos el enterramiento en el ataúd y así la salud está garantizada", explica Najjar. El cuerpo irá dentro del ataúd, pero se podrá introducir tierra en la caja, de esta manera, el cuerpo está en contacto con la tierra y se respeta la legislación autonómica.
Esta fórmula no es nueva, ya se aplica en otras autonomías, a excepción de Ceuta, Melilla y Andalucía, donde se permiten los enterramientos según dicta el rito islámico. Desde la Comisión Islámica de España reclaman “una normativa estatal para que en todas las comunidades autónomas tengan que respetar su tradición mortuoria”. Sin embargo, las competencias en legislación mortuoria están transferidas a las comunidades autónomas, por lo que el Gobierno central no tiene competencias en esta materia, les corresponde a las comunidades y ayuntamientos legislar.
Sin alternativas a la repatriación
Hay musulmanes que no quieren ser inhumados en España. La voluntad de Mina, una mujer marroquí residente en Cádiz, es enterrarse en Marruecos. "Llevo más de 20 años viviendo aquí y me gustaría ir donde está mi madre, mi hermana, mis abuelos…", comenta. Pero no todos los musulmanes piensan así, muchos han formado sus familias en España, toda su gente está aquí, y es aquí donde quieren ser inhumados.
Sin embargo, en aquellas comunidades donde todavía no existe un cementerio musulmán –Galicia, Extremadura, Castilla-La Mancha, Asturias y Cantabria-, las alternativas a la repatriación son limitadas. Normalmente, la mayoría de los fallecidos son repatriados a sus países de origen. La otra posibilidad son los traslados al cementerio de Griñón de Madrid, que no exige que el fallecido esté empadronado en esta comunidad para ser sepultado, un requerimiento necesario en la mayoría de los cementerios musulmanes.
Para ser sepultado en el cementerio de Murcia es necesario estar empadronado en la ciudad o pedanías, una exigencia que no cumplía el primo de Mohamed, que "murió durante el parto". La familia de Mohamed residente en Fuente Álamo (Murcia) no podía enterrar el cadáver en el cementerio musulmán de la capital murciana, así que acudieron al consulado para repatriar el cadáver.
En estos casos el consulado de Marruecos se encarga de la repatriación de los fallecidos marroquíes, pero las esperas pueden ser largas, hasta 12 y 15 días, finalmente, la familia de Mohamed se hizo cargo de la repatriación del bebé fallecido y asumió todos los costes, que oscilan entre los 2000 y 5000 euros.
Una situación que se repite en otras comunidades, Adel Najjar cuenta que 6 personas residentes en Extremadura tuvieron que ser repatriadas a sus países de origen. El tejido musulmán de España está formado por distintas nacionalidades; marroquíes, libios, sudaneses… pero las dificultades para repatriar los cuerpos difieren según el país, no es lo mismo trasladar un cadáver a Marruecos que a Palestina por razones obvias, y las alternativas a la repatriación son casi inexistentes.