El milagro de Villalba de Duero: dos casos de éxito contra la despoblación
Esta localidad burgalesa ha aumentado en un 64% el número de sus habitantes desde la década de los noventa
Algunas de sus empresas, basadas en la economía rural, ya obtienen más de la mitad de su facturación fuera de nuestras fronteras. Estas son las historias de éxito empresarial de dos de las familias emprendedoras del pueblo
Madrid
1957. Higinio Cristóbal busca un cambio de vida. Deja Palma de Mallorca y se instala en Villalba de Duero, su pueblo natal, con el objetivo de emprender su propio negocio. Carpinterías Cristóbal da sus primeros pasos como taller de ebanistería, fabricando sus productos de forma completamente manual y artesanal. Su hija Gema tiene hoy su propia tienda de muebles y decoración en Aranda de Duero, como extensión de todo el trabajo que ha realizado su padre durante décadas. Mantiene el taller "hasta arriba", reconoce Gema. Recuerda con entusiasmo qué es lo que más le enorgullece de toda esta historia empresarial: "Acuden los hijos de los padres a los que decoró su casa".
El relevo generacional es, precisamente, la base del éxito que ha permitido a Villalba de Duero convertirse en la antítesis de la España Vaciada. En concreto, ha aumentado su nivel de población un 64% desde la década de los noventa. En 1991 la localidad contaba con 409 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). En 2018 el censo marcaba un registro de 673.
El antídoto contra la España Vaciada
Cuando las generaciones siguientes intervienen en el negocio familiar, se produce el milagro de la repoblación. Estas generaciones facilitan transformaciones necesarias, que serían mucho más complejas si fueran llevadas a cabo por personas de mayor edad. Emprendedores rurales que, con su esfuerzo y trabajo, fueron capaces de iniciar actividades exitosas. Pero que pueden verse desbordados ante la actual revolución digital, que está transformando tan rápidamente el mundo empresarial.
Las nuevas generaciones impulsan nuevos procesos y modelos de negocio, que aseguran su supervivencia en el tiempo
Nuevos puntos de vista, la aplicación de nuevas tecnologías a los procesos de trabajo, la transformación digital, el marketing online… Todos los paradigmas de los negocios del siglo XXI son difíciles de asumir y gestionar para el Higinio de 1957, sin embargo, son ilusionantes para su hija. Más aún si tenemos en cuenta que redundará en el beneficio de la propia familia y de la supervivencia de la empresa que lleva su apellido. El trabajo, el esfuerzo y la transformación empresarial necesaria se unen en un todo que solamente puede darse cuando se produce ese relevo generacional.
El éxito del emprendimiento rural
Eutimio Casado e Isabel Hernando eran dos humildes campesinos con dos pequeños viñedos heredados (apenas media hectárea). Los terrenos de La Virgen y Mirabueno. En sus hijos, Ildefonso y Delfín Casado, se consolidan las bases de lo que hoy es Bodega Casado Alvides, que ya ha dado entrada a la tercera generación.
El propósito de Ildefonso y Delfín no era otro que plasmar todo el trabajo familiar que venían realizando sus padres en esos viñedos, a través de la creación de un vino que diera prioridad a la calidad y al detalle.
La tercera generación ya participa en las decisiones claves de la bodega, que exporta el 60% de las botellas que vende. Esa visión global, y la aplicación de nuevas tecnologías innovadoras, serían más complejas para la generación anterior.
Sin embargo, su aportación sigue siendo necesaria para sumar calidad al producto. Son fundamentales para poner foco en tradiciones que aportan valor, como una vendimia manual o una selección cuidada de las uvas. Siempre procedentes de los viñedos propios, y con la finalidad de mantener altos estándares de calidad y exclusividad, en una producción máxima de 150.000 litros.
Nuevas oportunidades en el ámbito rural
De nuevo, asistimos a una conjunción perfecta que hace partícipes a anteriores y nuevas generaciones. Todos aportan rasgos fundamentales para el éxito de la empresa, la creación de riqueza y la expansión de oportunidades en el ámbito rural. Todo suma en esta espiral positiva que permitirá a Villalba de Duero continuar con el crecimiento poblacional iniciado hace algunas décadas.
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Una familia emprendedora crea un producto diferenciado, confeccionado a partir de las condiciones únicas y específicas de la tierra en la que nacen estos viñedos. Pero sin un planteamiento global y la implantación de nuevas técnicas e innovaciones, hubiera resultado imposible obtener los niveles de facturación que han permitido a Bodega Casado Alvides convertirse en todo un ejemplo de emprendimiento rural.
Precisamente, esa unión entre la tradición y la innovación permitirá la entrada de cuartas y quintas generaciones, que repetirán el proceso de modernización y transformación necesaria, sin perder la esencia del negocio. Se crea el caldo de cultivo para que los hijos de estos emprendedores rurales tengan todas las oportunidades y facilidades para desarrollar una carrera profesional de éxito.
Van a poder gestionar proyectos ilusionantes, en los que intervenir de forma directa y decisiva. No solo para el bien de su propia empresa, sino también para el de la economía rural en la zona.
Tal y como le ha ocurrido a los Cristóbal o a los Casado. A Gema, a Ildefonso, a Delfín… El carácter emprendedor de sus familiares y el relevo generacional han servido para consolidar empresas que emplean, generan riqueza y crean bienestar en zonas rurales. Más concretamente, en Villalba de Duero. El lugar donde germinó el antídoto para la despoblación. La tierra que ha aumentado un 64% su población en las últimas tres décadas.