Orlando Ortega, el español que llegó de Cuba saltando obstáculos hasta el podio
El vallista se marca el más ambicioso de los objetivos para Tokio después de pulverizar los récords en España
La llegada del atleta Orlando Ortega a España esconde la historia de un aterrizaje estelar después de un viaje forzado desde su propio país. Sin haber cumplido aún su primera década en la península, el vallista se ha convertido en el mayor baluarte del atletismo para su nueva patria brindando entre un amplio palmarés una plata olímpica y un bronce mundial cargado de polémica. Lejos de acomodarse en su glorioso periplo inicial, persigue su meta más ambiciosa de camino a Tokio.
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El atletismo español puede congratularse a día de hoy del fuerte desencuentro que tuvo lugar entre la federación cubana y Orlando Ortega en el año 2013 y que ha recogido el diario El País. Dicho capítulo desembocó en una ruptura definitiva con su país natal y una posterior llegada a la localidad valenciana de Ontinyent, donde la vida del atleta empezó a cambiar a la par que la historia del deporte español.
La joven promesa cubana emprendió su nueva aventura pulverizando marcas y convirtiéndose rápidamente en el mayor temor de las pistas para sus competidores. Ya en 2015, por fin con la nacionalidad española en mano, su preparación de camino a la élite fue cogiendo forma acompañado de su padre y preparador en aquel momento, también Orlando Ortega, mientras que gran parte de su familia tuvo que resignarse con mantener el contacto desde la distancia de su isla. Un verano después, Río de Janeiro se convirtió en la cita que le colocaría en primera plana nacional con su éxito más rotundo hasta la fecha.
Un lustro de saltos hacia lo más alto
Poco antes de los Juegos brasileños, Ortega empezó a dejar su sello firmando el récord de España en su disciplina por antonomasia: los 110 metros vallas. Este hito para nuestras fronteras ha quedado en una simple anécdota con el paso de los años, ya que en la actualidad todos los registros que conforman el ‘top 10’ español llevan su nombre y apellidos. Tal es su dominio entre los velocistas que pudo permitirse el lujo de hacer historia en el pasado Campeonato de España al coronarse campeón en los 60m vallas, pero también en lisos.
Su verdadera prueba para medirse han sido las competiciones internacionales. Después de alcanzar un sexto puesto olímpico en Londres, todavía con Cuba, su cita con la verdadera gloria le esperaba en Río de Janeiro arropado por la bandera rojigualda:
La participación más exitosa del atletismo nacional en la categoría hizo acto de presencia en este momento. Con un tiempo de 13.17, Orlando Ortega mordió una plata olímpica que en su momento supo a oro. La emoción del momento tras superar un cambio de aires que hizo incluso peligrar su carrera se hizo evidente. Minutos después de su momentazo, el medallista olímpico tuvo incluso la oportunidad de mostrarse en El Larguero “agradecido por esta nueva vida”.
“La medalla de oro tengo que traérsela al pueblo de España”
En aquel entonces fue el jamaicano Omar McLeod quien se llevó el oro. El mismo tercer implicado que, de imprevisto, estrechó aún más el vínculo entre Orlando Ortega y España años después. Sucedió en la polémica final del Mundial de Doha 2019 en la que el hispanocubano quedó fuera del podio por tiempos después de verse trastabillado por su rival en el tramo final de carrera. Tras las múltiples quejas presentadas a la IAAF y las muestras de apoyo ofrecidas por sus nuevos compatriotas, la organización rectificó su decisión inicial concediendo un doble bronce. Dónde podrían haber llegado los corredores de no haber sido por el desafortunado accidente quedará en una incógnita perpetua de este deporte.
La resolución final supuso un alivio para Orlando Ortega: “Han sido las horas más largas de mi vida. Lo único que quería era estar lejos, coger aire, pensar, estar tranquilo conmigo mismo, fue muy difícil”, comentó en la Cadena SER en este momento, incidiendo en que con esta medalla “se hizo justicia”.
Con la inyección de moral que ha supuesto esta nueva vida, el escenario de los Juegos Olímpicos de Tokio aguarda el ambicioso reto del mejor vallista de la historia española. “La medalla de oro tengo que traérsela al pueblo de España sí o sí”, ha afirmado en este ciclo, en el que también ha sondeado la posibilidad de probar fortuna en los 200 metros vallas. Que su techo no se tocó en Río ya lo ha dejado claro rebajando su tiempo de entonces en varias ocasiones hasta los 13.04. El salto hacia el máximo escalafón del Olimpo le espera detrás de diez vallas.