Los menores de Ceuta: "Si nos echan a Marruecos, volveremos a entrar a España, a nado o como sea"
Decenas de niños que viven en las calles de Ceuta desde hace tres meses cuando cruzaron por la playa del Tarajal temen ser detenidos y llevados en cualquier momento a su país
"Tenemos hambre", confiesan mientras malviven pidiendo a la puerta de supermercados o limpiando coches y solo reciben asistencia de colectivos de la sociedad civil como Maakun, NonameKitchen o ELIN
Los menores de Ceuta: "Si nos echan a Marruecos, volveremos a entrar a España, a nado o como sea"
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Madrid
Muchas magulladuras y heridas sin curar en brazos y piernas. Uno se ha vaciado el bote de 'Betadine' en un tobillo. Pero en esta quincena de niños hay otras muchas cicatrices que no se ven, algunas de su vida anterior en Marruecos y otras muchas se les están quedando grabadas a fuego en su piel después de estar malviviendo en las calles de Ceuta durante tres meses. Algunos no han entrado nunca a los centros provisionales de acogida porque no se fían del supuesto sistema de protección español.
"Tenemos hambre", dice un pequeño de 14 años a una de las integrantes de Maakum, Yasmina El Haddad Alí , que habla con ellos cada día en su lengua materna a la puerta del súper en el que pasan el día para buscarse la comida.
"Al principio nos daban mucha comida, pero cada vez menos", lamenta uno de los más pequeños con pinta de no superar los 12 años, que bajo su gorra mira con unos ojos vivos que solo aquellos que sobreviven en la calle pueden tener. Sabe buscarse la vida y no piensa volver a su Tetuán natal.
"Las personas que tengan interés en volver, volverán. Si a mí me echan, yo volveré a entrar a España", explica Alí, nombre ficticio, de solo 15 años, que tiene un hermano mayor en Algeciras y que también es migrante. Alí quiere reunirse con él lo antes posible, por eso vive cerca del puerto y sueña en colarse en un barco y cruzar al otro lado del Estrecho. Son cuatro hermanos, otros dos siguen en Marruecos, en El Rincón, a pocos kilómetros de Ceuta.
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"Tengo mi oficio, arreglo ruedas, pinchazos, etc... y me gustaría seguir trabajando en eso. Si vienes es porque tu vida en Marruecos no es buena. Mi familia no quiere que vuelva. Cuando mi madre supo que yo estaba aquí en Ceuta me dijo que por favor que no volviera, que fuera fuerte y que mantuviera aquí. En Marruecos lo pasamos muy mal, nos matan con el sacrificio. Salí del colegio y me puse a trabajar pronto", cuenta Alí en una de las calles aledañas al polígono industrial que rodea el puerto ceutí.
A pesar de vivir en calle todavía mantiene el optimismo en que pronto seguirá camino a la Península: "Aquí cada día cambian las cosas, tengo esperanzas", traduce Yasmina, que tiene una capacidad de empatizar con los chavales que solo da la confianza del día a día .
Yasmina, como Mar o Isabel, que las acompañan en este recorrido que hacen cada día, son el mejor reflejo de la sociedad civil que se moviliza para ayudar a estos chavales en las calles de Ceuta. Integran colectivos y asociaciones como Maakum, NonameKitchen, ELIN, siempre un faro en la defensa de los derechos de los migrantes en Ceuta desde hace más de 20 años, o Andalucía Acoge, una de las pocas ONG que tiene una abogada permanente en Ceuta para ayudar a todas estas personas en tránsito.
"Me encuentro mucho mejor en la calle que en el centro"
Tarek, otro nombre ficticio para proteger su identidad, tiene 17 años. Tras pasar media vida en Tanger y media en Castillejos ha cruzado por primera vez.
"Me encuentro mucho mejor en la calle que viviendo en el centro. Allí nos asfixiamos, no nos dejan ni salir a respirar aire a la puerta. Por eso escapé de allí hace un mes", dice en referencia al polideportivo Santa Amelia, el pabellón de donde han sido devueltos los 55 niños que hasta ahora han salido a Marruecos desde el viernes.
"Salí de allí porque me insultaban y no me trataban bien los guardias de seguridad, nos amenazaban con traer la pistola", lamenta.
Denuncia de insultos y agresiones
"Al mínimo fallo te empiezan a insultar, te agreden, tienes que dormir a la fuerza, a veces nos agredían los trabajadores del SAMU, la entidad que gestiona varios de estos centros o los vigilantes de seguridad", insiste.
"Mi sueño es subir a la Península y encontrar una vida mejor", dice este adolescente que en los últimos siete años ha estado viviendo en al calle en Castillejos: "Tenía algunos problemas de adicciones y que como lo estaba pasando muy mal pasé a Ceuta y aquí he cortado con todo el tema de las adicciones. No tomo nada, estoy intentando mejorar", dice con una sonrisa, pero con la cara de cansancio del que lleva demasiado tiempo viviendo sin afectos.
"Yo me quiero quedar e irme a la Península, no volver a Marruecos, hay muy pocos que se quieran ir, son los que viven cerca, los de Castillejos. A mí si me echan volveré entrar, a nado o como sea. Mi madre está contenta de que esté y me dice que no salga a Marruecos", explica.
Ya en la despedida dice que vivir aquí es mejor, que lo ha pasado mal en la vida y que un amigo suyo murió en frontera, se "rompió la cabeza" en 2018. Va junto a otro crío de 14 años, que pasó también por el polideportivo y que también se escapó, y que conoce a varios amigos suyos que han sido expulsados en el grupo de los 55.
Son los niños de la calle, a los que nadie sabe cuantificar, pero que siguen con la firme convicción de que cruzar la frontera para este lado mereció la pena. La otra cara de un sistema de protección que sigue fallando dede el primer día y que lo sigue haciendo 3 meses después. Son los que no existen en la estadística, pero que todos los vecinos de Ceuta ven cada día. Los niños que sufren y sueñan como los que sí están en los listados oficiales, aunque todos coinciden en los mismo, en ningún caso tampoco quieren ser devueltos a Marruecos.