El PSOE afronta su batalla definitiva
Los socialistas, que no lograron la unidad en los congresos de 2012 y 2014, afrontan la batalla definitiva en las primarias de esta primavera aún bajo los efectos del trauma de haber permitido el Gobierno de Rajoy para evitar las terceras elecciones
Madrid
Hay pocas cosas que generen consenso en estos tiempos en el PSOE, pero hay un análisis compartido por la gran mayoría de sus dirigentes: nunca el partido había sufrido una fractura interna tan importante. Los socialistas, que no lograron la unidad en los congresos de 2012 y 2014, afrontan la batalla definitiva en las primarias de esta primavera, todavía bajo los efectos del trauma de haber permitido el Gobierno de Mariano Rajoy para evitar las terceras elecciones tras la dimisión forzada del entonces secretario general, Pedro Sánchez.
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En aquel aciago comité federal del 1 de octubre de 2016, acabaron los dos años de mandato del líder socialista que más contestación interna ha tenido en la historia reciente del PSOE: rivales que parecían irreconciliables en el partido se aliaron su contra. De la estabilidad de ese frente dudaban muchos (es muy variada procedencia de sus integrantes), pero se ha mantenido para la cita con las urnas de este mes de mayo, el domingo 21. Quienes estaban contra Pedro Sánchez en otoño siguen estándolo esta primavera y apoyan a Susana Díaz. Quienes estaban con Sánchez entonces, mayoritariamente, no siguen a su lado y apoyan a Patxi López. Así que en este proceso que iba a ser el de la refundación del PSOE, la polarización está servida. El objetivo que todos dicen perseguir es la unidad pero el fantasma de la fractura sobrevuela todas las conversaciones. Entre Susana Díaz y Pedro Sánchez, coinciden en el PSOE, no hay puentes posibles.
La tercera vía llegó primero
Como la tercera vía entre los dos polos opuestos dio un paso al frente, el primero, el ex lehendakari Patxi López. Se presentó por sorpresa, muy al principio, horas después de que el comité federal anunciara el calendario congresual, el 14 de enero. Esa misma tarde de sábado quedó claro que con él estaban la gran mayoría de apoyos orgánicos que le quedaban a Pedro Sánchez al final de su mandato, entre ellos, algunos de sus principales colaboradores. De forma muy significativa, dieron la espalda a Sánchez su secretario de Organización, César Luena, y quien fuera el coordinador de la última campaña de Sánchez, su portavoz en el Senado, Óscar López, muy vinculado a las decisiones orgánicas más delicadas de Ferraz en los últimos meses de Sánchez, como la convocatoria de un congreso por sorpresa antes de que hubiera un Gobierno tras las segundas elecciones.
Perfil sonoro de Patxi López
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Lo primero que tuvo que hacer Patxi López, con estos antecedentes, fue sacudirse las acusaciones de traición por parte de los incondicionales del ex líder del PSOE. Desde ese momento, se ha dedicado a conceder muchas entrevistas y a recorrer España, haciendo actos pequeños en las agrupaciones y acudiendo, por tanto, a un formato barato. No le permite hacer demostraciones de fuerza pero sí, eso asegura, escuchar a los militantes.
En su equipo sacan dos conclusiones más de dos meses después: que hay una gran corriente de antisusanismo, pero que Pedro Sánchez no es una opción sensata para la mayoría de ellos. Vienen a decir que Patxi López tiene voto oculto a pesar de que no haya furor en los actos ni parta como favorito.
En el resto de candidaturas, en cambio, ven al primer aspirante en declarar sus intenciones como la bisagra del día después de las primarias. Con eso cuentan los afines de Susana Díaz, entre quienes se cuentan muchos sectores tradicionalmente cercanos al ex lehendakari, especialmente, todos los dirigentes de la cuerda de Alfredo Pérez Rubalcaba, tradicionalmente enfrentado a Susana Díaz (el PSOE andaluz no le apoyó en el congreso de 2012) pero convertido ahora junto a sus seguidores en uno de sus principales valedores.
Donde "el PSOE" se reconoce
La presencia de Pérez Rubalcaba entre los apoyos de Susana Díaz explica en parte el lema con el que parte la líder andaluza: Cien por Cien. Se presenta, según sostienen en su entorno, como la garantía de que el PSOE seguirá siendo el PSOE. Susana o el caos. "Si Pedro gana, esto será otra cosa, pero no el PSOE". Eso es lo que trasladan los dirigentes que están pidiendo el apoyo para Susana Díaz, que opinan que la situación de máxima gravedad en la que se encuentra el PSOE requiere de una dirigente curtida en la vida orgánica, con una cultura de partido compartida con la gran mayoría de quienes han estado al frente de estas siglas centenarias hasta que Pedro Sánchez se instalase en la cuarta planta del número 70 de la calle Ferraz de Madrid.
Perfil sonoro de Susana Díaz
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Díaz quiere presentarse como la líder en la que se reconocen distintos sectores del partido, aunque hayan estado en posiciones internas enfrentadas a lo largo de su historia. "Susana suma", argumentan quienes prefieren no volver a utilizar el manido "Susana sabe coser" que siempre ponen como ejemplo de su trayectoria en el PSOE-A, dividido antes de su mandato. Como prueba de ello, la presidenta andaluza reconcilia en su candidatura a Felipe González y Alfonso Guerra, a Matilde Fernández, José Bono y José Luis Rodríguez Zapatero (que compitieron en el congreso federal de 2000), a Alfredo Pérez Rubalcaba y Carmen Chacón (2012) y a Eduardo Madina con la propia Díaz, que no se enfrentó al dirigente vasco en las primarias de 2014 pero, para frenarlo en sus aspiraciones, volcó sus apoyos en el entonces desconocido Pedro Sánchez. "No volverá a ocurrir", dicen que dijo una vez Díaz cuando daba explicaciones a los suyos, muy al principio, de lo que consideraba su gran error: haber facilitado que Sánchez fuera secretario general poniendo a su servicio toda la fortaleza orgánica de Andalucía y sus aliados.
Sánchez tiene un relato
En el enfrenamiento con Susana Díaz empieza a escribirse el relato de Pedro Sánchez. El clímax lo alcanza con el "no es no" en la investidura de Mariano Rajoy, aunque su lema de precampaña es Sí es sí. Las élites del partido capitaneadas por Susana Díaz, viene a decir los de Sánchez, fueron las que derrocaron al primer secretario general elegido por la militancia para dejar gobernar a la derecha.
Perfil sonoro de Pedro Sánchez
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Esas tres frases le valen a Sánchez y los suyos mantener vivas las llamas del incendio en el que el PSOE lleva meses achicharrándose, por mucho que la gestora decidiera retrasar el congreso hasta la primavera para evitar que bajara temperatura. Pocos en el partido defienden hoy que esa estrategia haya funcionado, sobre todo porque no se logró el que, sin confesarlo, era el objetivo prioritario: desactivar a Pedro Sánchez para que no volviera a aspirar a la secretaría general.
En esas semanas posteriores a la abstención y la renuncia de su escaño (dejó el Congreso para no tener que abstenerse ni vulnerar el mandato del Comité Federal absteniéndose), Pedro Sánchez asistió desde una posición discreta al viraje de sus principales colaboradores. Antes habían intentado convencerle de que diera un paso atrás, pero él terminó por hacer todo lo contraria una vez que constató que quienes le fueron fieles hasta el final de su mandato no habían esperado a que dijese la última palabra antes de ponerse al lado de Patxi López, miembro de su Ejecutiva y presidente del Congreso durante la legislatura en la que Sánchez intentó formar gobierno.
Anunció que se presentaba en un mitin en Dos Hermanas, en territorio de Susana Díaz. Aquel sábado 28 de enero desbordó las previsiones y, desde entonces, se ha dedicado a eso: a celebrar actos multitudinarios, que le permitan defender que es el candidato a quien quiere la militancia, por escasos y poco significativos que sean sus apoyos orgánicos.
Quiere ser el calendario de la militancia y de la izquierda del PSOE así que hace lo que nunca hizo cuando mandaba en Ferraz: canta la internacional con el puño en alto al final de cada mitin, siempre flanqueado por algún dirigente de Izquierda Socialista. Lo justifica con el argumento de que ya no es el mismo, después de su caída en octubre pasado.
Quizá para evitar ensuciar el mensaje de su candidatura con el ruido de las contradicciones, Sánchez no concede entrevistas desde septiembre ni ofrece ruedas de prensa. Se comunica a través de las redes sociales y con las consignas que lanza a los militantes actos públicos en los que el recuerdo de la abstención del PSOE en la investidura de Rajoy es una constante.