“Hay gente que, sin entender de flamenco, rompe a llorar”: el Corral de la Morería, tablao y gastronomía en el corazón de Madrid

Sentados junto a uno de los tablaos flamencos pioneros en España - y en el mundo- nos remontamos al Madrid de los años 50. Es entonces cuando Manuel del Rey funda el Corral de la Morería. Un espacio en pleno corazón de Madrid en el que el flamenco y la gastronomía se fusionan. “Fue el primer tablao flamenco con restaurante”, recuerda su hijo y ahora propietario, Armando del Rey.  ¿El primero de España? - le preguntamos- “todo lo que es hablar de flamenco a nivel nacional, es también a nivel mundial”, responde sonriendo.

Lo que comenzó como un negocio, pronto se convirtió en su proyecto de vida. Pues fue en ese tablao donde conoció a una joven Blanca del Rey, consagrada hoy como una de las más destacadas bailaoras y coreógrafas de flamenco, además de ser la directora artística y propietaria del Corral. “Le hablaron de una cordobesa que bailaba de escándalo y que estaba ganando festivales. Fue entonces cuando empezó a trabajar aquí. A los 19 años se enamoraron y a los 20 se casaron”, cuenta Armando.

Inaugurado por Pastora Imperio, sus paredes - repletas de cuadros de bailaores - han visto pasar a las grandes leyendas del flamenco. Desde Paco de Lucía, que presentó su primer single con 16 años, pasando por Antonio Gades, Serranito o la Paquera de Jerez, entre muchos otros. “Los artistas saben el suelo que pisan, y eso les hace inspirarse mucho más en su creación”, sostiene Blanca del Rey. Y es que, su programación artística cambia cada semana.

David García: “El norte y el sur funcionan muy bien”

Nos trasladamos a una noche de espectáculo en el Corral de la Morería. La luz es tenue y comienzan a llegar los primeros primeros clientes. Mientras, en la cocina, se encienden los fogones bajo la batuta del chef estrella Michelin David García. El bilbaíno combina los sabores de su tierra en una fusión simbiótica entre la alta gastronomía y el espectáculo. “El norte y el sur funcionan muy bien”, afirma. Lo que tiene claro es el fuerte nexo de unión que existe entre ambos. “Esto no funcionaría si yo solo fuera un buen cocinero, tiene que haber algo más”, dice. Y ese algo es la emoción.

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Belén López: “Acabas entrando en un pequeño trance"

Los focos se apagan y la experiencia culinaria culmina, pero el espectáculo está a punto de comenzar. En el tablao, los bailaores José Carmona y Belén López comienzan a volar, mientras sus pies hacen temblar el escenario. “Hay muchos colores y muchos aromas que te van viniendo, hasta que acabas entrando en un pequeño trance”, explica la bailaora. Pero no están solos, al zapateo lo acompañan cantantes, guitarra y percusión, creando un ambiente hipnótico. “Hay gente que, sin entender de flamenco, rompe a llorar y no sabe por qué. Algo especial tiene”, cuenta. Los tacones se detienen, la música se para y el público se levanta. Es entonces cuando el silencio da paso a los aplausos que inundan la sala. La magia termina, pero en el ambiente se sigue respirando flamenco.

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