Leiva, cómo hemos cambiado

Fuenlabrada

El sello de Leiva es inequívoco en sus temas, en su música pero sobre todo en sus letras, y eso es un logro al alcance de muy pocos. El rock sigue corriendo por sus venas pero en su cuarto álbum en solitario, ‘Nuclear’, seguimos escuchando algo más próximo al pop melódico, con canciones que es necesario paladear con calma como ‘El gigante de Big Fish’. Es interesante embarcarse en un viaje a lo largo de su discografía que comenzaba en uno de los grupos de rock más sorprendentes de la escena española del nuevo milenio.

Corría el año 2001 cuando tres chavales, Leiva, Rubén Pozo y Tuli, quien después dejaría el grupo, publicaban su primer trabajo con claras influencias foráneas, como los Rolling Stones, y locales, como los Burning. ‘Horóscopo’ fue la presentación. Voluntariosa, como el resto de canciones, pero sin la fuerza necesaria. Sin embargo dos años después llegó ‘Algo para cantar’ y las cosas empezaron a mejorar.

Ya como dúo, Pereza empezó a sonar en radios de toda España como este tema, ‘Pienso en aquella tarde’, que luego fue autoversionado con Hombres G y El Canto del Loco. Sin embargo la colonización total se produjo en el año 2005 con un disco, ‘Animales’, que se convirtió en un éxito absoluto con uno de los temas imprescindibles del pop-rock español de hace unos años: ‘Princesas’.

Acumulan premios, números uno y seguidores en cada rincón con el que sin duda ha sido su gran disco, el que les lanzó a la fama y el que acumulaba buenas canciones de rock inofensivo pero canalla que era capaz de llegar a cualquier estrato social. Otro ejemplo fue ‘Todo’.

A partir de entonces el grupo entra en un frenesí de directos que también les va a llevar a América del Sur. Al mismo tiempo intentan consolidarse en 2007 con otro disco, ‘Aproximaciones’, donde se nota que las producciones están cuidadas al detalle y que Rubén y Leiva habían dado con la tecla correcta.

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En la cresta de la ola con temas como 'Estrella Polar', su nombre aparecía constantemente en la industria musical nacional. Siguiendo con su calendario discográfico, en 2009 salía a la venta ‘Aviones’, donde hacían gala de algunos de sus orígenes sonoros como el folk de ‘Lady Madrid’, con menos revoluciones pero con unas letras menos previsibles y más ricas.

Sin embargo llegamos al año 2011 y ambos músicos empiezan a tener diferencias creativas que cada vez son más incompatibles. Rubén y Leiva deciden que con diez años han tenido bastante y que lo mejor es que cada uno explore sus propios caminos. En el caso del segundo, que es el que nos ocupa, ‘Diciembre’ fue su presentación en solitario con singles como ‘Nunca nadie’.

Un buen disco que, inevitablemente, nos recordaba a Pereza pero cuyas canciones iban revestidas con cada vez más terciopelo en lugar de con vaqueros, cuero y tachuelas. Esa senda continuó con su segundo trabajo en solitario, ‘Pólvora’, donde recuperó la resonancia entre el público que había sido algo menor en el disco anterior. Estamos en el año 2014 y escuchábamos el pegadizo ‘Terriblemente cruel’.

El premio personal que se llevó Leiva fue, entre otras cosas, ser telonero de los Stones en España. Un subidón que certificó que el fin de los Pereza no había afectado de manera crítica a su carrera. ‘Monstruos’ fue su nuevo disco, del que vamos a pinchar dos temas, ‘Guerra Mundial’ y ‘Sincericidio’.

Pero estamos llegando al final del viaje musical y nos vamos a ir con otra estación a la que Leiva llegó y a la que muy pocos han llegado: los premios Goya. Porque sí, es uno de los orgullosos poseedores de un ‘cabezón’ como premio a la mejor canción original de 2018 por la banda sonora de ‘La llamada’.