Isabel Coixet triunfa con 'La librería' en la gran noche de 'Handia'

Madrid

Los periodistas tenemos la malsana costumbre de jugar con las expectativas. Se había extendido la idea, a través de titulares y tuits, de que esta edición de los Goya sería feminista y divertida. Ni uno ni lo otro. No han faltado las reivindicaciones de las mujeres, con dos directoras recogiendo estatuilla. Han copado el debate sin la contundencia esperada. El humor es tema aparte. Cosa de las expectativas. 

Invitados y nominados han lidiado con una prensa en busca de titulares sobre la desigualdad de género, la brecha salarial y el acoso sexual. Todos coinciden: es de justicia, histórica y social, que se llegue a una igualdad efectiva. La mayoría apoyaría un sistema de cuotas que permita a jóvenes realizadoras y guionistas tener las mismas oportunidades. "Quiero que nos reconozcan el talento, el del 50% de la población, el derecho a contar nuestras historias", decían ellas. "Tenemos que estar todos juntos en esto", replican solo algunos de ellos.

La Academia de Cine ha materializado este año de espíritu femenista, por el paso al frente en el discurso, pero no femenino, por la escasa representación de las mujeres en las categorías principales, con los Goya a Isabel Coixet y Carla Simón. Las dos realizadoras catalanas han conqusitado los premios de dirección. La primera, con 'La Librería', una cinta clásica sobre la lucha de una mujer por abrir un local frente a los pisotones de los ricos, ha sido la gran triunfadora de la noche. Coixet ha dado un giro final a la gala encadenando tres de los principales premios: mejor película, mejor dirección y mejor guion adaptado. Los Goya han optado por la opción más tradicional entre la sorpresa intimista del año, 'Verano 1993', y el drama vasco de 'Handía'.

La cinta de Carla Simón, un viaje del duelo contenido en la niñez, lleno de realismo, había ganado el Feroz y los festivales de Berlín y Málaga. Una producción pequeña que había enamorado a la crítica sale de los Goya con la dirección novel y los galardones a las interpretación de David Verdaguer (mejor actor de reparto) y Bruna Cusí (mejor actriz revelación).

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La noche se torció, como los dedos de sus pies, para Joaquín, el gigante de 'Handía' que había acumulado durante la ceremonia 10 cabezones. Dominando todas las categorías técnicas, Eneko Sagardoy había ganado el Goya a mejor actor revelación y sus directores, Aitor Arregi y Jon Garaño, el galardón a mejor guión original. Uno de los premios que suelen marcar camino, pero no en este caso. La cinta vasca narra la resistencia al cambio y la mirada al diferente en el siglo XIX a través de un gigante paseado y exhibido como en un circo. No le falta actualidad.

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Fuera de las tres películas más recompensadas de la noche, los premios de interpretación no fallaron a las quinielas. Javier Gutiérrez, por su papel en 'El Autor', y Nathalie Poza, por 'No sé decir adiós', han completado una temporada gloriosa conquistando todas las estatuillas en esta carrera de fondo para el cine español. Adelfa Calvo, esa vecina chismosa utilizada por el ego del autor, completa el tándam de grandes premios con su Goya a mejor actriz de reparto.

La gala, como manda la tradición, se ha alargado más de tres horas con un ritmo insufrible y dos presentadores que han patinado. Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes han desaprovechado la oportunidad con intervenciones vacías y gags recurrentes. La gracia se la ha robado Paquita Salas -esa representante 'telecinquera' creada por los Javis- y la magia de la voz de Leonor Watling. También Julita, la señora de 82 años que puede presumir de haber ganado un Goya por contar su vida en 'Muchos hijos, un mono y un castillo'. Es un buen comienzo que los focos, más allá de la alfombra roja, miren a las mujeres.