Ciencia y tecnología
50º aniversario llegada a la Luna

Investigadores aragoneses estudian cómo explorar las cuevas lunares

La NASA utiliza un proyecto aragonés para cartografiar las misteriosas oquedades del satélite terrestre

Diego Gutiérrez y Adrián Jarabo, investigadores del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón / David Marqueta

Zaragoza

Hace cinco años que se descubrieron estas oquedades, aunque la sospecha de su existencia viene del mismo año de la llegada a la Luna, 1969. En 2017 una sonda japonesa logró fotografiar una cueva que mide 50 kilómetros. Adrián Jarabo, estudiante posdoctoral del I3A, dice que "pueden tener el tamaño de ciudades como Filadelfia". 

La NASA se fijó en un proyecto aragonés para poner en marcha esta investigación con el que el ingeniero aragonés, Diego Gutiérrez, logró capturar en 2013 un billón de fotogramas por segundo, lo que permitió descubrir cómo avanzan los fotones, la luz, en el espacio. Esta es la base del proyecto para descubrir qué hay bajo la superficie lunar. Según el investigador aragonés, "el sistema podría acoplarse a un satélite que orbitase la Luna y desde el que se bombardeara con fotones ciertos cráteres y cuevas para que reboten de nuevo hasta el sensor y poder cartografiar así estas misteriosas formaciones".

Las primeras pruebas se han llevado a cabo en la Tierra, en unas cuevas similares a las de la Luna en Nuevo Méjico, y están resultando satisfactorias. Y sobre lo que se podría encontrar dentro de ellas, Adrián Campo no descarta nada "porque son unas formaciones geológicas que se han formado sin gravedad, con muy poca erosión y muy bien conservadas".

La revista científica de referencia Nature acaba de publicar la teoría del resto del proyecto, que ya lleva 4 años en marcha. Nasa decidirá en 2025 si definitivamente hace realidad este sueño.

 
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