Homenaje al 'Ángel de Budapest' en el 40 aniversario de su muerte
El diplomático zaragozano Ángel Sanz Briz, destinado en la embajada española de Budapest, salvó la vida de alrededor de 5.000 judíos durante la II Guerra Mundial. Hoy se le ha recordado en el Cementerio de Torrero (Zaragoza) donde está enterrado, y en el Centro Sefarad - Israel de Madrid
Zaragoza
Cuatro décadas después de su muerte, Zaragoza ha rendido homenaje a Ángel Sanz Briz, el diplomático aragonés que logró salvar la vida de cerca de 5.500 judíos húngaros durante el holocausto nazi, otorgándoles pasaportes para viajar a España.
Una piedra y una vela acompañarán desde ahora los restos del "Ángel de Budapest" en el cementerio de Torrero de Zaragoza para no olvidar la gesta de este héroe que desafió al sistema con una artimaña diplomática en el año 1944, durante el ocaso de la Segunda Guerra Mundial.
"Ha sido un gesto que nos emociona, de la tierra en la que nació y a la que tanto quiso", han destacado los hijos del diplomático, que no han podido acudir al homenaje por las medidas de prevención del coronavirus, pero que se han acordado de su padre en una carta.
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Sanz Briz (Zaragoza, 1910 - Roma 1980) pasó a la historia como la persona que logró salvar la vida de miles de judíos en Budapest, entregándoles salvoconductos españoles, en los que se les identificaba como sefardíes, a pesar de que muchos de ellos no lo eran.
Sirviéndose de un decreto publicado por el dictador Primo de Rivera en 1924, el diplomático logró convencer al Gobierno húngaro para que diera libertad a estos judíos, a pesar de que la norma ya no estaba vigente.
"En nombre del pueblo judío, estamos muy agradecidos a quienes, en medio de la barbarie, siguieron haciendo humanidad y ayudándonos", ha subrayado durante el acto de recuerdo Timna Segal, la presidenta de Sefarad Aragón.
Precisamente, los actos del diplomático, al que le apodan "El Schindler español", le permitieron recibir en 1989, a título póstumo, la Medalla de los Justos entre las Naciones, un reconocimiento del estado de Israel otorga a todas las personas que ayudaron al pueblo judío de forma desinteresada.
También se ha desplazado hasta el cementerio de Torrero el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, quien ha admitido que es una "obligación moral" reconocer la heroicidad y el sacrificio que realizó este vecino de la capital aragonesa en la Segunda Guerra Mundial.
Al homenaje zaragozano también se ha sumado Miguel Ángel Pallarés, el coordinador de los actos del 40 aniversario de la muerte de Sanz Briz, quien ha subrayado la importancia de mantener vivo su recuerdo para que nunca se vuelva a repetir un horror como el del holocausto nazi.
Tras su paso por Hungría, Sanz Briz continuó una extensa carrera diplomática que le llevó a San Francisco, Washington, Lima, Berna, Bayona, Guatemala, La Haya, Bruselas, Pekín y Roma, donde finalmente falleció.
Homenaje en el Centro Sefarad-Israel de Madrid
La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, ha glosado este jueves la figura de este diplomático zaragozano, en un acto de homenaje organizado por el Centro Sefarad - Israel de Madrid, en colaboración con el Ministerio, la Federación de Comunidades Judías de España y la institución Yad Vashem. Se ha celebrado de manera virtual debido a la actual pandemia de COVID-19.
En el acto han participado los hijos del diplomático, así como algunos de los judíos que lograron salvarse del Holocausto gracias su labor de protección.
La ministra de Asuntos Exteriores, en un vídeo de agradecimiento, ha dicho que cuando se mencionan las palabras Auschwitz-Birkenau, se piensa "en un lugar de sufrimiento y de indignidad extrema. Recorrerlo, aun hoy en día, produce un escalofrío sobrecogedor".
Al dirigirse expresamente a la familia de Sanz Briz, la ministra ha afirmado que deben de tener la "enorme satisfacción moral de saber que al menos 5.000 personas no tuvieron que conocer ese horrible lugar" gracias a que su padre tomó la decisión "de no pasar de largo frente al sufrimiento humano. (...) decidió no permanecer indiferente ante la barbarie (...). El resultado fue la salvación de miles de judíos, cuyos descendientes se han multiplicado y guardan memoria del origen de su liberación".
"Me consta que Ángel Sanz Briz no se consideraba ningún héroe ni creía merecer homenaje alguno por lo que hizo. Pero, en todo caso, debéis estar muy, muy orgullosos", ha insistido González Laya