¡Madrileños, cuerpo a tierra!
El conflicto abierto entre el gobierno central y la Comunidad de Madrid, acentúa la incertidumbre de los ciudadanos y la preocupación de comerciantes y empresarios que temen un otoño negro y la pérdida de la campaña de Navidad
Madrid
El presidente de la patronal madrileña (CEIM), Miguel Garrido, explicaba el pasado viernes en La Ventana de Madrid el sentimiento que estos días comparten miles de madrileños que luchan por mantener su negocio abierto a pesar de la caída de las ventas y los altos costes que no cubren. "Hay tantos pequeños empresarios, comerciantes, autónomos que lo están pasando tan mal y que se encuentran con este espectáculo... Es desalentador".
Los enfrentamientos políticos y el espectáculo al que estamos asistiendo estos días entre administraciones, no solo aleja a los ciudadanos de sus representantes. Les convierte en agentes inútiles para resolver sus problemas más inmediatos. Las ruedas de prensa cruzadas o el envalentonamiento mediático de Ayuso ni pagan las cuotas de autónomos -que llegan religiosamente cada fin de mes- ni salvan un solo negocio de los que cada día echan el cierre en las calles de la capital. Unas 70.000 empresas madrileñas se pueden quedar en el camino durante esta crisis.
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Después de unos meses difíciles y de una falta de previsión evidente, Madrid se ha dado de bruces con la segunda ola de la pandemia. Como si de una mala noche se tratara, el gobierno central y el de Madrid no se pensaron dos veces el salto al abismo cuando a finales de junio, la región pasó sin transiciones de la Fase 2 al final del estado de alarma. De nada sirvieron las advertencias de los médicos y científicos. El madrileño se fue a la playa como si al volver todo volviera a ser como antes. Y no. Quisimos evitar el "desastre" y nos hemos metido de lleno en el caos.
Resulta hasta excusable que la primera ola de la pandemia nos pillara sin medios y sin conocimientos suficientes sobre el virus. Pero desde abril, resultaba evidente que había que prepararse para rebrotes, una vuelta segura al trabajo y el inicio del curso escolar más complicado. Durante el paréntesis estival, no se contrataron refuerzos en Atención Primaria a la que cargaron con el mochuelo de las pruebas, los seguimientos... La contratación de rastreadores ha ido siempre por detrás del crecimiento de la curva. Las pruebas -test de antígenos- que tendrían que estar listas en una semana todavía no han comenzado a realizarse. Y en la cúspide de la ineficacia, Madrid ha sido incapaz de poner en marcha una simple aplicación de móvil para seguir los contagios a pesar de que Radar Covid cuenta desde hace días con el visto bueno de los técnicos y solo falta la orden de la Comunidad para extenderla a toda la región. Hoy sigue sin funcionar.
Tras las banderas
Escondidas tras las banderas y esos planos estabilizados de Sánchez y Ayuso subiendo las escaleras de la Real Casa de Correos, están no solo las diferencias ideológicas entre dos gobiernos. Se encuentran las dificultades para encontrar soluciones reales a la crisis más importante jamás vivida.
Solo el interés común puso de acuerdo a Moncloa y Sol. Se negoció hasta el último detalle de ese encuentro del pasado lunes en el kilómetro cero. Después de seis cartas sin respuesta y un cruce inagotable de reproches desde Madrid, las dos partes coincidieron en algo. Que la situación de Madrid es tan delicada que las dos administraciones van a pagar una elevada factura por su gestión. El miedo les hizo sentarse juntos pero la voluntad de construir una solución conjunta saltó por los aires en apenas una semana. Siete días sin alcalzar ningún acuerdo importante. Cuatro para nombrar a un portavoz que dimite a los dos días de ser designado. ¿Cabe un resultado mejor?
Deprisa y corriendo
La semana pasada en Vallecas (y las otras 36 zonas afectadas) y esta mañana en Ciudad Lineal (y en siete áreas más que estrenan restricciones). Los madrileños no saben si su calle está dentro o fuera de las restricciones. Si pueden o no mantener su negocio abierto después de las diez de la noche. La desolación de la que hablaba el presidente de la patronal, se extiende a todos los ciudadanos que observan atónitos como su parque está cerrado mientras permanecen abiertas las casas de apuestas del barrio.
Ayuso asegura que vamos el "buen camino". Los datos no la avalan y más allá de las formas y el solapamiento de las ruedas de prensa del viernes, Madrid necesita parar el virus. La semana pasada se batió un nuevo récord de fallecimientos tras el estado de alarma y solo el viernes murieron más personas aquí que en todo el mes de julio.
A la emergencia sanitaria y económica se suma este espectáculo político que perjudica a todos los madrileños. La solución consensuada no puede esperar al martes. En realidad, no puede esperar ni un minuto más.
Javier Casal
Presento el informativo Hora 14 en la SER. Durante 11 años estuve al frente de la actualidad de Madrid...