El perol cordobés
"El perol cordobés". Firma de opinión de Alfonso Morales
01:32
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1623318684_450686/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Córdoba
Quiero partir, como presidente de la Federación de Peñas cordobesas, de un axioma categórico e irrefutable, y es que hablar del Perol es hablar de nuestras Peñas cordobesas.
Quiero hablar por tanto del perol, con mayúsculas, priorizando el auténtico valor de convivencia y cohesión social que supone, que no es el simple beber y el comer al aire libre o en el campo, que aun siendo por supuesto importante en tal ocasión no es lo que da al «perol» sus mas acrisoladas características fundamentadas especialmente por tanto en los valores de amistad y el compañerismo, que han convertido al perol en una genuina seña de identidad de Córdoba.
Esa es la esencia del perol cordobés.
Por otra parte, el perol es una de las más distintivas, genuinas y originales actividades de las innumerables peñas cordobesas, pues constituye un elemento aglutinador de los peñistas entorno a él.
Como dice nuestro Cronista oficial Julián Hurtado de Molina: “El perol es una Escuela de Convivencia cordobesa”.
Es de muy recordada la mayor perolada conocida en Córdoba, que tuvo lugar el 2 de octubre de 1989,con motivo del veinticinco aniversario de la fundación de la Federación de Peñas Cordobesas, en la Cerca de Lagartijo, donde según la prensa de la época acudieron más de 4000 personas.
Por todo ello, queremos resaltar hoy, el significativo y determinante papel que las Peñas han tenido en potenciar y enriquecer esta tradición cordobesa del Perol, hasta nuestros días.
Los perolistas suelen ser hombres bien avenidos, de ideas afines, de gustos semejantes y siempre deseosos de pasar un día en plena libertad de movimiento y expresión.
En suma, la amistad y el compañerismo es nutrición fundamental de una reunión de perolistas cordobeses. La amistad crea una confianza absoluta, da paso a la cordialidad y hace brotar la risa. El buen humor es la nota que distingue al «perol» perfecto.