De alcalde honorario de Bilbao a la medalla del Athletic: así fueron las seis visitas de Franco a Bizkaia

En la semana en la que se cumplen 50 años de la muerte del dictador Francisco Franco, la Cadena SER continúa abordando, desde distintas miradas, lo que supuso la dictadura para Euskadi. En una nueva entrega de la sección “Bizkaia a través de la historia”, el historiador e investigador de la Cátedra UNESCO de Derechos Humanos y Poderes Públicos de la UPV/EHU, Jon Penche, ha analizado las seis únicas visitas que Franco realizó a Bilbao y Bizkaia durante los 40 años de régimen.

Penche recuerda desde el inicio un dato relevante: “El dictador vino a Bilbao en seis ocasiones. Prefería Donosti, donde tenía el Palacio de Aiete y donde acudía a las regatas de La Concha”. Bilbao, entonces una ciudad industrial y políticamente poco afín al franquismo, fue escenario de actos oficiales cargados de propaganda y simbolismo.

Primera visita (1939): la exaltación de la “liberación” de Bilbao

La primera visita se produjo entre el 18 y el 20 de junio de 1939, poco después del final de la Guerra Civil. El objetivo era conmemorar la llamada “liberación de la Villa”, como el régimen denominaba la caída de Bilbao en 1937.

Durante aquella visita, Franco fue nombrado alcalde honorario de Bilbao, subido a un trono instalado para la ocasión en el Ayuntamiento. Los actos organizados ilustran bien el tono propagandístico: corridas de toros, traineras, carrera ciclista, exhibición de aizkolaris, banda municipal y concurso de ochotes.

El 19 de junio se celebró una misa de campaña en el Parque de las Tres Naciones, denominado así por Alemania, Italia y España, los regímenes totalitarios del momento. Penche subraya que esto reflejaba la voluntad de Franco de vincularse a las potencias fascistas europeas.

La visita incluyó una recepción en Altos Hornos de Vizcaya y una regata en su honor en torno al Puente Colgante, antes de su marcha tras comer en el Club Marítimo de Labra.

Segunda visita (1941): de paso hacia Donostia

El 11 de septiembre de 1941, Franco pasó por Bilbao en ruta hacia San Sebastián. Visitó la Basílica de Begoña, entrando bajo palio, y acudió al Panteón de los Mártires del cementerio de Bilbao. Penche contextualizó que la Ley de Memoria Histórica obligó décadas después a retirar elementos franquistas de ese espacio.

Tercera visita (1944): inauguraciones y “nuevo sindicalismo”

En junio de 1944, Franco regresó para inaugurar el sanatorio de Santa Marina, entonces rebautizado como “Pabellón Franco”. Visitó la empresa Babcock, donde trabajaban presos y donde se dirigió a los obreros en defensa del modelo de “sindicalismo vertical”.

De nuevo hubo desfile militar por Gran Vía, recepción en Diputación y entrega de llaves de nuevas viviendas.

Cuarta visita (1950): la más larga, con sede en el Palacio Chávarri

Entre el 18 y el 22 de junio de 1950, Franco vivió su estancia más extensa en Bilbao, alojado en el Palacio Chávarri, hoy Subdelegación del Gobierno. Hubo misa al pie del Sagrado Corazón, desfiles, corridas de toros e inauguraciones: el aeropuerto de Sondika, el ambulatorio de Doctor Areilza y el Monumento a los Caídos, ubicado donde hoy está la estatua de Doña Casilda. Este monumento fue demolido en los años 80 por el Ayuntamiento democrático.

Durante esta visita recibió también las medallas de oro de Bermeo y del Athletic Club.

Quinta visita (1958): el impacto del chabolismo

El 25 de agosto de 1958, Franco regresó para inaugurar el embarque del Zadorra y la Feria de Muestras. Esa visita fue clave para que advirtiera el problema creciente del chabolismo en Bilbao, derivado de la llegada masiva de trabajadores procedentes de Andalucía, Extremadura o Castilla. Dos semanas después, el Gobierno aprobó un plan urgente para construir 4.000 viviendas, origen del barrio de Otxarkoaga.

Sexta visita (1964): los “25 años de paz”

La última visita tuvo lugar del 18 al 20 de junio de 1964, en plena campaña de propaganda de los “25 años de paz”. Se celebró misa de campaña, hubo desfile militar y visitas a industrias como Altos Hornos. También se inauguró el barrio de Ocharcoaga. Como siempre, la visita concluyó con un almuerzo en el Club Marítimo de Labra.

La memoria, imprescindible 50 años después

Penche subraya que estas visitas respondían siempre a “tres ejes”:

• la exaltación anual de la “liberación de Bilbao”,
• la propaganda hacia obreros e industrias estratégicas,
• y la presencia de un “regionalismo bien entendido” que el régimen promovía como contrapunto al nacionalismo vasco.