Septiembre, el mes estrella para las dietas milagro

Lugo

Los extremos no son buenos. Es una frase muy repetida en política, pero también aplicable al ámbito de la nutrición. El verano se acaba, vuelve la rutina y los pantalones vaqueros que tan bien nos sentaban ya no abrochan. Es una realidad muy común entre la población, el problema es cómo hacerle frente.

La nutricionista Mireya Castiñeiras nos recuerda algo que ya deberíamos saber: No existen los milagros. Es físicamente imposible que lo que no nos valga hoy si lo haga mañana. Los cambios en el cuerpo requieren de tiempo y también de esfuerzo. Algo que no ha de confundirse con sufrimiento o castigo.

Las dietas milagrosas son un engaño. Alimentarte a base de batidos de espinacas, tener las tripas sonando como banda sonora del día a día o culparse por querer comer es el camino menos acertado. Los expertos recomiendan que nos planteemos una pregunta para saber si nuestro estilo de vida es el correcto o no: ¿Podríamos vivir así para siempre?

Si la respuesta es no, es que ahí no es. No podremos vivir toda la vida a base de proteínas, odiando la pasta y el arroz y bebiendo mezclas infusionadas carentes de todo tipo de vitaminas, sales y minerales que nuestro cuerpo necesita para mantenerse activo.

El plato de Harvard

Castiñeiras recuerda que 'El Plato para Comer Saludable', creado por expertos en nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard y los editores en Publicaciones de Salud de Harvard, es una guía para crear comidas saludables y balanceadas. En él "se indica la misma cantidad de proteína que de hidratos en el plato: 1/4".

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El protagonista de nuestro plato ha de ser el mundo vegetal. Tiene que representar la mitad del total, un 25% la proteína y otro tanto de hidratos. "Los hidratos son necesarios, se ha ido adquiriendo la falsa idea de que es mejor retirarlos de nuestra alimentación si queremos bajar de peso sin tener en cuenta que erradicarlos también nos causa perjuicios. Falta de energía, aporte de nutrientes...".

Lo que si se hace fundamental es el elegir bien el tipo de carbohidrato a introducir en la dieta. No obsesionarse con la cantidad, pero si prestar especial atención a la calidad.

Los antojos

Tras los meses de verano, retomar los hábitos de vida saludable puede complicarse. Al final, son muchos los que han hecho a su paladar a la cervecita bien fresquita, los helados y las churrascadas. La nutricionista lucense recomienda no cambiarlo todo "de golpe" porque "acabará generando en nosotros ansiedad por la comida".

Es por eso que cumplir con los antojos no tiene que entenderse como algo perjudicial en la dieta. No deben convertirse en rutina, pero saciar las ganas de comer algo puede ser hasta beneficioso: "hará que nos quitemos el gusto y que no nos peguemos un atracón en cuanto estemos a solas con ese alimento".

Tampoco es una buena idea "tener un día libre" a la semana y durante los seis restantes medirse en absolutamente todo. Castiñeiras ejemplifica que "si marcamos los sábados como día sin dieta y nos prohibimos cometer algún desliz durante la semana depositaremos todas nuestras ganas en ese día y acabaremos comiendo sin control cuando llegue". En estos casos los ideal es ir compensando. "Aceptar que puedo comer o cenar fuera un jueves o un martes si el resto de la semana me cuido".

No hables de dietas

Mireya Castiñeiras cree que el concepto de dieta debe de cambiar. "No tenemos que pensar en estar a dieta, debemos tratar de buscar un equilibrio, unos hábitos de vida saludable que nos permitan disfrutar y al mismo tiempo mantener nuestra salud en un estado óptimo".

Hay muchos casos de personas con pavor a las dietas, a la subida o bajada de peso por traumas desprendidos de las tan temidas dietas. Pautas estrictas con resultados rápidos que no enseñan a comer bien, si no a sufrir para llegar a un objetivo que luego no se sabe mantener.

La experta también habla de la aceptación de todos los cuerpos. No se debe, dice, establecer una relación directa entre pesar más y estar insano y pesar menos y estar más sano. Nos invita a reflexionar y a entender que el peso no está ligado al estado de salud de una persona.