Dembélé agita a un Barça que se acerca a su particular liga
Los de Xavi se impusieron frente al Celta de Vigo por 3-1 y Araújo dio el susto a los aficionados
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No estuvo mal. El Barça llegaba al partido el objetivo de conquistar su particular liga. El Celta, por su parte, con el honor en juego salió muy valiente al feudo azulgrana a intentar la machada. Se palparon emociones, buenas y malas. Hubo jugadas que valieron la pena y un futbolista en concreto: Dembélé. Queda esperanza para pensar que este tramo final de temporada tendrá algún aliciente en la Liga Española. La mejor noticia: el buen estado de Araújo que se llevó una emocionante ovación.
Un principio demasiado tranquilo
El primer tramo del encuentro no se caracterizó por la intensidad, entrega o pasión que imprimieron los 22 protagonistas. Momentos muy tranquilos donde, quizá, los del 'Chacho' Coudet buscaron un poco más la portería rival. Con el poco olor que desprendía el Celta en ataque, encontró una ocasión clarísima por error de Araújo que apunto estuvo de costarle un disgusto si no hubiese sido por la corrección del uruguayo que llegó en el momento más oportuno.
Lejos de revelarse, el Barça siguió mostrándose inoperante en ataque y errático en los pases clave. No pasaba nada en el Camp Nou, absolutamente nada, hasta que Dembélé se empeñó en echarle salsa al asunto. Se sacó la varita mágica el natural de Vernon, levantando un día a más al aficionado de su asiento, con un caño excepcional a Javi Galán, sumado con una gambeta a Cervi, que culminó con un pase medido a Memphis. El holandés solo tuvo que rematar la maravillosa faena de su compañero y se convertía en el máximo artillero del equipo con 13 tantos.
No se hizo esperar la réplica del Celta por medio de Cervi, que cabalgó la banda izquierda en busca de un hueco por el que poder abastecer a su aliado Aspas. Creció el Celta en el partido y gozó de dos balas para herir al Barça, pero el sanador Ter Stegen llegó a tiempo con sus vendas para protegerse de Galhardo. Al filo del descanso, Memphis volvió a brillar domando un esférico llovido de Jordi Alba y lo cedió, generoso, en dirección Aubameyang que remató con suspense al fondo de las mallas.
15 minutos que avivaron el duelo
Tras el paso por vestuarios, el guión de partido cambió radicalmente. Los dos clubes salieron con ganas de marcha, aunque lo exteriorizaron más los de Xavi a través de su mejor bailarín. Dembélé, otra vez, fabricó una jugada por el mismo costado y emuló el primer tanto con un centro muy similar. Ahora, Aubameyang, le dio las gracias a su compañero transformando su regalo en un tanto que parecía sentenciar la contienda.
Los de Xavi se empeñaron en alargar el suspense con un error grosero en salida de balón en el que Ter Stegen y Araújo no se entendieron. Galhardo y Aspas sí y se beneficiaron del circo defensivo del Barça. Pareció durante un breve instante que la emoción volvería al Camp Nou. Nada más lejos de la realidad, Murillo, que llevaba 12 minutos sobre el verde, se autoexpulsó y dejó sin más vidas al Celta.
El susto de la jornada lo protagonizó el central uruguayo del club azulgrana que chocó cabeza con cabeza junto a Gavi, llevándose el defensor la peor parte. Se escuchó un silencio preocupador en el Camp Nou mientras entraba el despliegue médico al césped del estadio. Tras su marcha en ambulancia, Lenglet se adentró en el partido y los celestes pudieron aprovecharse del malcuerpo que padecía el Barça. No obstante, la pólvora del Celta estaba mojada y ni por esas hacía mella en el agujero azulgrana.
A partir de aquí, monólogo de los locales que dejaron de sufrir y pudieron aumentar su renta con el gol anulado a Riqui Puig. A Xavi le resta un triunfo para ganar su particular liga: la que no juega el Real Madrid, que ya tiene la otra desde hace tiempo. El Celta, sin presión, jugará dos encuentros más con la tranquilidad de haber logrado el objetivo básico y haber aparcado pronto el ambicioso.
Javier Nácher
Redactor de deportes en la Cadena SER. Valenciano en Madrid