Cómo pasó el Gobierno de acoger al líder del Frente Polisario a dar la espalda a los saharauis en favor de Marruecos
La entrada de Brahim Gali a España desató la ira de Marruecos, que utilizó a los migrantes para presionar al Ejecutivo y provocó una ruptura de la postura histórica socialista respecto al Sahara. Este jueves se ratifica en Rabat la "nueva etapa" en la primera Reunión de Alto Nivel en 8 años
ATLAS
Este miércoles una amplia delegación del Gobierno ha viajado a la capital de Marruecos, Rabat, para participar en la primera cumbre de alto nivel entre ambos países desde 2015. Entre los miembros del Ejecutivo que se han desplazado se encuentran el presidente Sánchez, las vicepresidentas primera y tercera, Calviño y Ribera, así como otros diez ministros, todos del ala socialista. Desde Unidas Podemos se han desmarcado y han criticado que esta cumbre no trate la posición española sobre el Sahara Occidental.
Este jueves tendrá lugar la principal ceremonia, a pesar de que el rey de Marruecos, Mohamed VI, no estará presente. Sin embargo, el camino recorrido para llegar hasta esta sintonía entre ambos países ha estado plagado de tensiones, amenazas e incluso ministras que han tenido que dimitir. Además, pone de manifiesto una realidad histórica de la que son plenamente conscientes en el Ejecutivo español, y es que, cada 20 años, se desata una crisis diplomática entre Madrid y Rabat. Sucedió con la denominada Marcha Verde de 1975, también con el incidente del islote Perejil en 2002 y, por último, con la entrada masiva de miles de marroquíes en Ceuta en 2021.
Así, tanto Mohamed VI como su predecesor han demostrado que no les tiembla el pulso a la hora de tensionar las relaciones con España, conscientes de que, si las vías diplomáticas fracasan para conseguir sus objetivos, tienen otras maneras de que España obedezca a sus intereses, principalmente con la inmigración como arma arrojadiza para desestabilizar el país. La mencionada crisis de Ceuta es el mayor ejemplo.
Así, la política exterior con relación a Marruecos ha dado un giro brusco e histórico durante la legislatura de este Gobierno, especialmente con la llegada de José Manuel Albares al Ministerio, pasando de acoger al líder del Frente Polisario, Brahim Gali, a apoyar la propuesta marroquí para el Sahara Occidental, contraria a las resoluciones de Naciones Unidas y a la postura de Argelia, hasta entonces un gran socio para España.
Brahim Gali entra en España y provoca la ira de Marruecos
Abril de 2021. La pandemia era todavía una realidad latente y desde el Frente Polisario, organización que gobierna en el Sahara, contactaron con el Gobierno para que su líder fuese trasladado a un hospital español para tratarse un cuadro de COVID severo. La entonces ministra de Exteriores, Arantxa González Laya, aceptó la petición "por razones estrictamente humanitarias" y Brahim Gali entró a través de la base militar de Zaragoza con otra identidad. El objetivo inicial era que la repercusión fuese mínima para no enfadar a Marruecos, pero la noticia trascendió y desató la ira de Rabat.
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Tras un comunicado en el que exigieron explicaciones y mostraron su rechazo a la decisión tomada por Moncloa, la crisis diplomática se fue agravando a medida que el país vecino iba endureciendo su tono. Desde Exteriores confiaban en que la histórica relación entre ambos estados iba a ser suficiente para frenar una hipotética respuesta de Marruecos, más aún cuando insistían en que no tenían más opción que acoger a Gali porque su vida estaba en peligro. Pero Mohamed VI y su gobierno decidieron utilizar a miles de marroquíes, muchos de ellos menores, para mostrar su disconformidad con la decisión adoptada.
El 18 de mayo de 2021, más de 6.000 migrantes cruzaron el paso fronterizo entre el país africano y Ceuta, en lo que fue la llegada más masiva de personas a nuestras fronteras desde hacía 15 años. Cerca de 1.500 eran menores, pero cruzaron alentados por las autoridades marroquíes, abriendo en canal una crisis diplomática con el país vecino, que demostró una vez más que es capaz de utilizar la inmigración como un arma arrojadiza, sin importar lo que les suceda a las miles de personas que nadaron hasta Ceuta.
El mismo día del asalto de la frontera con Ceuta, el ministro marroquí de Exteriores, Naser Burita, se preguntaba si España "desea sacrificar su relación bilateral" por el caso del líder del Frente Polisario. Alegaban que las aclaraciones dadas por Madrid no eran suficientes y criticaban no haber sido informados de la situación: "¿Por qué prefirieron coordinar con los adversarios de Marruecos (en alusión a Argelia)? ¿Es normal que nos hayamos enterado por la prensa?". Al mismo tiempo, González Laya respondía con un "no nos consta" tras ser preguntada por si creía que lo sucedido podría tratarse de una medida de presión por la presencia de Gali en España.
Unas tensiones que se resuelven con un giro histórico sobre el Sahara
La embajadora marroquí en Madrid abandonó el país mientras la ministra de Defensa, Margarita Robles, declaraba que no iban a aceptar "el más mínimo chantaje", y añadía: "Con España no se juega". Al mismo tiempo, desde Rabat iban centrando su objetivo en Laya, a la que acusaban de poner en juego el "respeto mutuo" entre ambos países, asegurando que tiene como objetivo "dañar a los intereses superiores del Reino de Marruecos desde la recuperación del Sahara marroquí en 1975".
Las relaciones estaban rotas y Gali continuaba en España. La ministra de Exteriores realizó gestos en favor de Rabat, como por ejemplo el de mostrarse dispuesta a considerar "cualquier solución de Marruecos sobre el Sáhara", pero ya era demasiado tarde. La reconciliación con el país vecino pasaba por su salida del Gobierno y en julio de 2021 fue cesada para dejar su puesto a José Manuel Albares, dispuesto a dar las concesiones necesarias para reconducir la situación.
Mohamed VI, consciente de que tenía a España en una posición muy comprometida, lanza un mensaje en su discurso en el que expresa su deseo de abrir una etapa "inédita" con España. El Ejecutivo español recoge el guante y lleva a cabo uno de los mayores giros más importantes en política exterior de la historia reciente. Con Brahim Gali de vuelta en Argelia tras declarar ante la Audiencia Nacional, el 18 de marzo de 2022, Moncloa envía una carta a Rabat en la que considera la propuesta de autonomía para el Sáhara Occidental que Marruecos presentó ante la ONU en 2007 como "la base más seria, creíble y realista para la resolución de esta disputa".
Acto seguido, se indicaba que tanto Albares como Sánchez iban a viajar próximamente al país vecino, restableciendo así las relaciones que llevaban rotas casi un año. Por el contrario, el Frente Polisario lamentó que España haya sucumbido ante "la presión y el chantaje" de Marruecos e insistían en que "la solución tiene que basarse en la elección del pueblo saharaui". Una tesis que también apoyaban los socios de gobierno, Unidas Podemos, que amagaban con abrir una crisis interna en el seno del Ejecutivo.
Ruptura con Argelia y nuevo asalto a la valla de Melilla
Como suele suceder en el contexto internacional, agitar el tablero geopolítico tiene sus consecuencias, que no tardaron en llegar. El equilibrio - y la equidistancia- que mantenía España en relación al asunto saharaui le permitía tener como socios fiables a dos países enfrentados entre sí, Argelia y Marruecos, pero este cambio de posición precipitó la ruptura de relaciones con el primer país. Su embajador se marchó de Madrid y uno de los principales suministradores de gas a España amenazaba con buscar otros estados con los que hacer negocios. Todo ello en plena desconexión del gas ruso de todos los países de la UE.
Un mes después, Argelia consolidó su giro hacia Italia como socio preferente debido a los "cálculos estrechos y egoístas de España". Pero la prioridad de Moncloa era el restablecimiento de las relaciones con Rabat y nada lo evitó, ni siquiera la trama de espionaje con el sistema Pegasus, cuyo informe señaló que Marruecos tenía una lista de 200 teléfonos españoles como posibles objetivos a espiar. El propio Albares centraba su discurso en el efectivo control de la migración ejercido por su socio.
Sin embargo, el 24 de junio se produjo un nuevo asalto masivo a la frontera con Melilla en el que murieron cerca de 30 personas. En esta ocasión, la policía marroquí actuó con mucha contundencia contra los migrantes, dejando unas impactantes imágenes que generaron mucha polémica en España. Además, los fallecidos fueron enterrados en suelo marroquí sin autopsia ni la investigación pertinente. La actuación de la policía española está todavía siendo examinada, pero las imágenes publicadas muestran como mueren aplastados varios migrantes incluso dentro de suelo español.
Así, este jueves se escenificará la "nueva etapa" que comienza entre Madrid y Rabat, según la ha calificado el propio Sánchez. Dejan atrás las enormes discrepancias que comenzaron con la entrada de Gali para ser atendido en un hospital, pero el proceso hasta llegar a esta situación ha provocado un enorme desgaste del Gobierno, así como vidas humanas de migrantes anónimos.
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Carlos de Barrón
Escribo sobre actualidad en Cadena Ser.com, con especial interés en la información internacional. Empecé...