La exitosa rareza de Interpol: cuando eres una estrella del rock y solo escuchas hip hop
El cantante de la banda de Nueva York, que pasó parte de su adolescencia en Madrid, reflexiona sobre la música del siglo XXI en una entrevista concedida a Fuego y Chinchetas durante su gira por España
Interpol: cuando eres una estrella del rock y solo escuchas hip hop
PABLO PALACIOS
Madrid
Después de 7 discos y más de 20 años sobre los escenarios, Interpol se ha convertido, por méritos propios, en una de las bandas más importantes del rock del siglo XXI. Pero su sonido, que en sus inicios —junto a The Strokes, The Killers, Bloc Party, Editors o Franz Ferdinand— fue uno de los grandes argumentos del revival del post-punk, ha ido bajando de revoluciones. Una lenta evolución que por momentos les sitúa más cerca de The National que de Joy Division y que algunos achacan a la madurez del grupo.
Paul Banks no está muy de acuerdo. El vocalista de la banda neoyorquina, que también se encarga de las letras y de la guitarra rítmica, se muestra muy orgulloso de cómo ha quedado The Other Side of Make-Believe (Matador, 2022): "Ya era hora de hacer algo nuevo y experimentar en nuevas direcciones", señala en una entrevista concedida a Fuego y Chinchetas horas antes de tocar, por segundo día consecutivo, en la Sala La Riviera de Madrid, dentro de una gira por siete ciudades españolas organizadas por Primavera Sound.
"La pandemia nos obligó a escribir de otra manera [Daniel Kessler componía desde España, por lo que se mandaban archivos por mail] y lo hemos aprovechado para explorar", detalla. "Yo canto más bajito, hay más melodía, aparece un nuevo tipo de estribillo... No creo que todos los discos tengan que sonar igual, pero al final es como un péndulo. Este disco ha ido así y me gustaría que el siguiente fuese en la otra dirección".
Entrevista a Interpol: cuando eres una estrella del rock y solo escuchas hip hop
La diferencia entre seguir y responder
Interpol tiene en su discografía varios hits guitarreros de los de darlo todo: Slow Hands, Obstacle 1, Roland, Say Hello To The Angels, Not Even Jail, The Rover... Los temas más destacados de su último disco, sin embargo, desprenden otra energía, mucho más pausada, y brillan por los arreglos de piano o por unas atmósferas que interpelan a Radiohead (Fables) o a The National (Something Changed).
Grabado en Reino Unido, en el séptimo disco de Interpol ya no hay canciones construidas a partir de un bucle de notas de guitarra —una de las señas más características de sus primeros discos— y sí una apuesta más decidida por el formato clásico de estrofa y estribillo: "La guitarra de Daniel siempre es la referencia. Yo antes cantaba sobre las líneas de bajo, pero ahora sigo más la guitarra y no tiendo a seguirle, sino más bien a responderle. Hemos evolucionado los tres, por separado y como trío".
Lo que no ha cambiado —más allá de un sutil giro cromático hacia el verde— es el estilo de las letras, que siempre cuentan una historia difícil de entender, como si se tratara de una película que ya ha empezado y que no sabes de qué va. "No es fácil entender la letra de ninguna de nuestras canciones", confiesa Paul Banks al preguntarle por Toni. "Es como si fuera el monólogo interior de un personaje que no soy yo, pero casi. La escribí en el estudio, poco antes de grabar, y habla de emociones, de ideas... Es casi una captura de pantalla de su mente".
Un mundo confuso
El cantante de Interpol ha explicado en alguna ocasión que, cuando empezó a escribir, solía proyectar su propia confusión ante la vida. En The Other Side of Make-Believe, en cambio, más bien tiene la sensación de haber plasmado lo confuso que es el mundo: "La sociedad se ha vuelto muy confusa porque nunca sabes si una información es honesta. Una sensación que, con el internet, ha aumentado todavía más. Es un momento interesante, pero todo tiene que cambiar mucho porque, si no, cada persona tendrá su propio mundo, no habrá un mundo compartido".
Paul Banks pasó parte de su adolescencia en Madrid. Cuatro años que, según dice, le han marcado como músico. "Vivía en Aravaca y estudiaba en el Colegio Americano", explica. "Me han invitado a visitarlo, pero estos días hemos estado muy ocupados y no he podido. La verdad es que me gustaría... y también me gustaría volver a una pequeña cafetería a la que iba de joven. Allí escribía poesía, fumaba cigarros y tomaba café con leche por la noche. Fue una época muy formativa".
The Strokes y Ratatat
Por aquel entonces, según cuenta, empezó a escuchar bandas como The Velvet Underground, Pixies, Suicide Tendencies o Metallica. Ahora, sin embargo, toca la guitarra eléctrica, lleva chupa de cuero y canta con gafas de sol, pero solo escucha hip hop: "¡No escucho rock! Y no rapeo, pero es la música que me atrae. Nunca ha habido confusión entre lo que me gusta tocar y lo que me gusta escuchar, pero desde hace muchos años solo escucho hip hop. El rock no me interesa tanto y, sin embargo, es lo que escribo".
Cuando vivía en Aravaca también empezó a escuchar A Tribe Called Quest y, al preguntarle por la música de la década de los 2000, enseguida cita a 50 Cent. Pero, en lo que se refiere a música rock, ¿puede situarse al nivel de los años 70, por ejemplo? "En indie rock, sí", responde. "La primera década del siglo XXI fue muy importante para el rock de Nueva York, concretamente, y a menudo oigo hablar acerca de la influencia de los Strokes, pero creo que Ratatat ha sido aún más influyentes, en distintos géneros, y no se les reconoce lo suficiente".
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