Cala Vento conquista Tomavistas, Metronomy campeona
La calurosa última jornada del festival madrileño tuvo claros triunfadores
De menos a más, el sol ha ido apretando durante los tres días de Tomavistas, como si se estuviese preparando para darlo todo el sábado, día estrella del festival madrileño que volvía al Parque Enrique Tierno Galván tras un año de aventura por Ifema. Así fue, lo dio todo, al igual que miles de personas que se acercaron a este entorno en el centro de la capital. Aún así, bien fuese agazapado bajo una preciada sombra, o con gorra y crema solar, los festivaleros disfrutaron de la última jornada, la única que contaba con conciertos de mediodía. La Bien Querida, La Paloma, Margarita Quebrada y los californianos Allah-Las fueron los que más sudaron la gota gorda de una jornada que la sentenciaron los británicos Metronomy con un sublime concierto.
Pero antes de que Joseph Mount se subiese al escenario principal en el anfiteatro del parque, por ahí pasaron dos muchachos que conquistaron Tomavistas. Aleix y Joan, o lo que es lo mismo, Cala Vento presentaban su Casa Linda, último trabajo de los de l'Empordà, en la que se han liberado de todas esas responsabilidades impuestas por la sociedad. Cuatro manos sobre el escenario que lo llenan por completo. Con una batería grandiosa y una guitarra impecable, los catalanes reinaron ante un público sediento de marcha y brincos. Más que satisfechos dicen en el primer corte de su cuarto disco y así comenzaron el bolo en Madrid, por donde pasarán, esta vez en La Riviera, el próximo 1 de diciembre, cumpleaños de Joan, batera del grupo, a quien también le felicitaron su santo este 24 de junio.
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El repaso a su discografía fue frenético con su Gente como tú y el emocionante Un buen año de su Balanceo de 2019, así como los coreadísimos Estoy enamorado de ti, Isabella Cantó y Abril de su debut en 2016. El público, rendido ante el arte de Cala Vento, se arremolinaba en diagonal disfrutando de una sombra que iba creciendo con el paso de las canciones. Mientras tanto, Aleix y Joan repartían agua y matraca. Las habitaciones de Casa Linda se iban abriendo, como si de un tiktok de cuánto pagas por tu piso se tratase. Con Passar pantalla mezclaron el catalán y el euskera de Gorka Urbizu, ex Berri Txarrak, y con No hay manera Joan se lució a la guitarra. Ferrari, pelotazo del último disco, contó con la ayuda de Elena Yawners y del público, que ya contaba su quinto pogo.
Isla desierta fue el único paso por Fruto panorama, LP de 2017, y estuvo muy bien arropada por el aliento a los pueblos de la España Vaciada con 23 semanas y el bombazo de Teletecho, colaboración con Amaral, de quienes poco se acordaron al ver el nivel al que estaban los catalanes. "No tenía pensado hablar", arrancó un conmovido Joan que recordó que "la primera vez que tocamos en Madrid éramos tres personas". El trabajo de estos dos artistas les ha llevado a coronar plazas como esta, por eso les tildamos como los albañiles del rock. Humildad, curro y calidad de una banda que cumplirá en breves 10 años. "Viendo a toda la peña... se me ponen los pelos de punta, no me hubiera imaginado que esto podría llegar a pasar", sentenció. Conmigo fue el escape final de unos chicos que tuvieron su baño de masas mientras el público llevaba, literalmente, en volandas.
Los múltiples registros de Metronomy
Horas después, el cabeza de cartel apareció. Metronomy, imponentes. Los británicos, con Joseph Mount a la cabeza, desafiaron a todos con un show que superó las expectativas de un público que no parpadeaba ante el poderío sonoro y sus múltiples registros. Del nu-disco y new wave hasta el rock electrónico y la psicodelia. Small world, su último disco fechado en 2022, relució rápido con la bella Things will be fine y It's good to be back, aunque antes llegó el primer zarpazo con The bay, el cual levantó los móviles al aire para capturar para siempre esos teclados únicos y reconocibles.
También hubo un estreno, con 405, tema reciente que ya han introducido en un setlist estudiado al milímetro, como el lujo que se pegaron los teclistas Oscar Cash y Michael Lovett junto a la batería Anna Prior tocando Boy Racers. Un alarde de calidad al que muy pocas bandas pueden llegar. Un tema que partió en dos un concierto en el que las luces, los sintes y la personalidad de la banda inglesa embobaba. Joseph y Olugbenga Adelekan, bajista, regresaron junto a sus compañeros para brillar con los ritmos electrónicos del Metronomy forever de 2019 que contó con Insecurity y ese rollito Blur, o el homenaje pop de los 80 con Salted caramel ice cream. Ojalá hubiese una heladería cerca en ese momento, pero la frescura de Metronomy hacía olvidar el calor de la noche madrileña.
"Nos gusta mucho España", aseguraron en ese típico mensaje de las bandas internacionales en nuestro país, pero hasta Michael se atrevió a chapurrear nuestro idioma más allá del "muchas gracias". Cuando ya habíamos pasado por todos los capítulos posibles de Metronomy, faltaba campeonar. Lo lograron con la enérgica Right on me y su exitazo The look que hizo levitar a un público entregado que arrancó con el "lolololo" típico en España. Love letters y una última opulencia sonora —y hasta demoníaca— como es You could easily heave me pusieron la guinda a un bolo magnífico.
Punk y pop, a partes iguales
Los festivaleros se fueron satisfechos tras a una de las mejores bandas internacionales del pop electrónico actual y pensando en cómo cuadrar sus trabajos y vidas personales para no faltar a la próxima edición, pero también recordando lo que había vivido en una jornada eterna. Desde La Bien Querida que soltó rápidamente su ¿Qué? para ahondar rápidamente en su sentimentalismo bello gracias a temas como Recompensarte, con ayuda de su acompañante David Rodríguez haciendo las labores de Jota, Muero de amor, Dinamita y La fuerza, entre otras. Un escenario entre árboles por donde también pasó Margarita Quebrada y La Élite con los el punk reinó por momentos. Con los valencianos se vibró con su Gas lágrima y un broche sinigual con su temazo Luces. El autotune se endureció caída la noche con La Élite y su synthetik punk.
La Paloma hizo de bisagra entre el punk y el pop con su Todavía no. Los madrileños camparon a sus anchas en un concierto a pleno sol a las cuatro de la tarde. Aún así repasaron los temones que tiene su único disco, como son El adversario, Quejas célebres o Algo ha cambiado, pero triunfaron con Bravo Murillo y Palos. Ponían a prueba las gargantas de todos los presentes en Tomavistas, pero aún quedaban dos míticos del pop español. Sidonie y Los Punsetes. Los catalanes regresaban 9 años después al festival madrileño y lo hacían para dar un repaso a su discografía llena de éxitos coreables y para presentar CEDÉ, su último tema, y por el que brindaron con chupito en mano. No faltó el paseo de Marc Ros por el público mientras cantaba Un día de mierda, la loca excursión de Jess Senra con El bosque, ni una colaboración sorpresa, como la de Nico de La Paloma. Un clásico de los festivales al que antes se habían sumado Los Punsetes, que hicieron suyo el segundo escenario. Con camiseta del Real Madrid y un vestido de época (y mantilla) a la española de inmovible Ariadna, se plantaron ante todos con AFDTRQHOT (Al Final Del Túnel Resulta Que Hay Otro Túnel), su último disco, aunque fueron colando entre medias los legendarios Arsenal de excusas, Dos policías, Tu puto grupo, Tus amigos, Maricas... y acabar con Una persona sospechosa. Un martillo sonoro y verbal, único en su especie.
Íñigo Renedo
Redactor de deportes en la Cadena SER y forma...