A vivir que son dos díasLa píldora de Tallón
Opinión

Dictaduras de colores

"Si algo nos aburre, o nos disgusta, o nos irrita, o nos contradice, es dictadura, clarísimamente"

Dictaduras de colores

Nos hicimos a decir «dictadura» con alegría, por el gusto de oír el sonido que produce en el aire. Dictadura todo el tiempo, dictadura esto, dictadura aquello. Dictadura, en definitiva, los otros. Causa una satisfacción especial arrojar la palabra contra un adversario. Si algo nos aburre, o nos disgusta, o nos irrita, o nos contradice, es dictadura, clarísimamente. Todo conduce a enunciar esta palabra que, por la fuerza del uso sin sentido, ya no se sabe bien hasta dónde alcanza, ni siquiera si sus implicaciones serían preocupantes. Se nos disparó el sentimiento metafórico, y puede ser dictadura un semáforo, un teléfono, Instagram, el euríbor, el despertador, o que gobiernen los otros y no tú, que eres más guapo, más rico, más listo, y por tanto putodefiendes mejor España. Como resultado, ahora el concepto «dictadura» tintinea igual que un sonajero, mitad entretenimiento, mitad jaleo, mitad nada; a lo mejor demasiadas mitades. Se quedó en muletilla, en gilipillez, en hablar por hablar, como cuando te dicen «Hola, ¿qué tal?» y respondes «Bien», a sabiendas de que a lo mejor estás mal, pero no te apetece andar aireando tus penas. Definitivamente, estamos rodeados de dictaduras de divertidos colores, lo que incluye la dictadura de decir «dictadura», o la de no llamar dictadura a la que fue una durante cuarenta añazos irrespirables.