"No lo hagas, por favor": un experto explica qué tener en cuenta al comprar copas de vino y cuánto vale la mejor del mundo

Santi Rivas no necesita ganar premios para mantener alta su autoestima. En El vampiro del vino, su sección del programa Gastro SER, acostumbra a presentarse como «el Stradivarius de la cata» o como «el Rolex de la degustación». Al referirnos a él como «superdotado» en lo que a vinos se refiere, sin embargo, responde que no le gusta exagerar: «Lo que hago bien, lo hago bien. Pero no soy superdotado. Lo que sí estoy es superentrenado». Cada mes, de hecho, cata una media de 500 vinos. Sea como sea, Santi Rivas acaba de ganar el Premio al Mejor Comunicador de Vino de los IWC Merchant Awards. Un reconocimiento que él, con la humildad y la discreción que le caracteriza, compara con los Globos de Oro y que, en cualquier caso, dice mucho de su capacidad para hablar del vino con rigor, pasión y sentido del humor. «Si beber vino es divertido y divulgarlo es aburrido, ¡algo está fallando!», dice. «Al final, este programa de la Cadena SER tiene que competir con Brad Pitt en Netflix». Ante el micrófono, El vampiro del vino tiene dos registros: se puede poner estupendo, hablar de los vinos más exclusivos del mundo y afearle a la gente que deje sus huellas dactilares en la copa (por no cogerla adecuadamente), pero también ha compartido su receta de la sangría o ha explicado cómo enfriar el vino instantáneamente sin tener que tener echar cubitos de hielo (como si se tratase de cubata). Dispuesto a resolver dudas mundanas, en el último programa de Gastro SER explicó qué copas deberíamos comprar para beber vino en casa. Algo que sucede de manera relativamente frecuente porque —por desgracia— se rompen con bastante facilidad. «Por eso quebró Duralex, ¿no? Porque sus vasos no se rompían nunca», ironiza. Santi Rivas aprueba el uso de los vasos bajos «tipo zurito» para el chateo o el poteo porque se trata, por encima de todo, de una actividad recreativa. Pero, para captar «todo lo que puede dar un vino», aboga por utilizar copas de más calidad. ¿Cómo elegirlas? ¿Cuánto dinero hay que gastarse? En el mercado hay muchos diseños disponibles, pero los dos más habituales son el tipo Burdeos (con la base del cáliz ligeramente más ancho y líneas redondeadas) y el tipo Borgoña (con la base mucho más ancha y un corte más recto). Un asunto con el que Santi Rivas no se pone exquisito: «Lo importante es que la copa tenga un mínimo de anchura para poder mover el vino, que se oxigene y luego meter la naricilla», asegura. El diseño de las copas busca favorecer la concentración de los aromas, la conservación de la temperatura y, en el caso de los espumosos, que no se escape el carbónico. Pero el autor de Deja todo o deja el vino asegura que las copas tipo flauta están pasadas de moda y recomienda apostar por una buena copa de vino que será «universal» y que nos valdrá «para todo»: blancos, tintos, dulces, espumosos... «No tiene mucho sentido que, si alguien se plantea comprar buenos vinos, no empiece por la copa», asegura. «Yo sé que se hay copas muy baratas, pero hay copas básicas de Schott Zwiesel o Spiegelau que están muy bien por solo 5 euros. ¡Tampoco estamos hablando de algo de 50! Y después de Navidad hay muchos grandes almacenes que lanzan ofertas de 2x1». Al plantearle si no sirven también las copas baratas (de menos de 1 euro) que vende, por ejemplo, una famosa multinacional sueca de muebles, Santi Rivas se muestra inflexible: «En una experiencia vínica con un mínimo de pretensión e intelectualización del vino no valdrían porque son vidrios muy gruesos. Esas copas son pesadas y cuesta moverlas». «Además de que mantienen mejor la temperatura, la experiencia de coger una copa fina es una maravilla», señala. «Para mí, la mejor copa que existe ahora mismo en relación calidad/precio es la Spiegalau Definition. El tallo es un filamento que parece que se va a romper por la mitad... ¡pero no se rompe! Y el tacto que tiene esa copa, la entrada en boca... De ese nivel hay muchas y más caras, pero esta vale entre 12 y 15 euros». Santi Rivas es consciente de que habrá quien crea que la copa no es tan importante («pensarán que nos lo inventamos»), pero él insiste: «No me compres vinos de 25 o 30 euros si no vas a servirlos en una copa de al menos 5 euros. No lo hagas, por favor». La que él usa para catar en casa, la Josephine Hutte número 2, es algo más cara: 60 euros. Pero también hace todo lo posible por que le duren: «Esa no sale de mi casa. Son tan finas que se rompen incluso brindando. De hecho, o sabes fregarlas o de ahí no pasan».

"No lo hagas, por favor": un experto explica qué tener en cuenta al comprar copas de vino y cuánto vale la mejor del mundo

Santi Rivas, Premio al Mejor Comunicador de Vino de España 2023, asegura que la elección del recipiente es clave

Carlos G. Cano

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