Kate Winslet: "La industria está cambiando porque, como espectadores, nos inclinamos hacia historias sobre mujeres"
La actriz interpreta a una imponente y absurda canciller en ‘The Regime’, la excéntrica sátira de HBO sobre el creciente autoritarismo
Madrid
Un régimen autoritario en Centroeuropa basado en el absurdo desde dentro de los muros de un palacio. Esa es la premisa de The Regime, la nueva miniserie de HBO, una exploración sombría y superficial de los peligros del autoritarismo y el papel de Estados Unidos en la opresión del resto del mundo. Kate Winslet es la canciller Elena Vernham, que gobierna su pequeño país ficticio mediante la vigilancia, la violencia y un carisma telegénico, un papel con el que ha disfrutado como nunca.
Ese disfrute se desprende en cada una de las frases que pronuncia en la mesa redonda de promoción de la serie. “Siendo honesta, fue un desafío, porque es muy compleja, lleva una máscara todo el tiempo, todo en ella es una fachada”, dice la ganadora de un Emmy por Mare of Eastwon. “Tiene tantas inseguridades y traumas pasados que quería trasladarlo a su apariencia y a su trato con la gente”, continúa, pletórica por haberse encontrado un personaje tan original y único; “quería que nos sintiéramos en un terreno permanentemente inestable con ella, de la misma manera que se siente su país, porque nunca sabes qué va a hacer a continuación”.
Will Tracy, guionista aventajado de Succession, es el padre de esta canciller inusual, que se comporta como una tirana con su séquito de asesores, oligarcas y charlatanes, pero que esconde muchas capas. “Debajo de todo eso, hay una niña asustada, emocional, frágil, y vulnerable”, dice Winslet, “pero tiene ese poder femenino que usa y del que abusa también dentro de la dinámica de los muros del palacio del que no puede salir porque está aterrorizada por el mundo”, continúa, volviendo a remarcar la genialidad del guion y de los actores con los que trabajó.
Siete años después de asumir el poder en unas elecciones libres y justas (o no tan libres y justas) que derrocaron a su predecesor de tendencia izquierdista, interpretado por Hugh Grant, siente que su estado se está pudriendo desde adentro. Su liberación llega en la forma de Herbert Zubak, un soldado reasignado a funciones palaciegas encarnado por Matthias Schoenaerts.
Zubac se convierte en el consejero de Elena y la sigue con un hidrómetro para medir la humedad de su entorno, una relación de intereses que es se convierte en la base de la ficción. “Tuve mucha suerte de que el guión fuera tan sólido y de que el equipo de escritores hubiera desarrollado un mundo tan rico, interesante y absurdo en el que todos pudiéramos vivir”, asegura. “La historia de amor también fue algo que me gustó. Me pareció muy interesante porque es bastante retorcido y oscuro", dice sobre ese vínculo en la ficción con Schoenaerts, con quien ya había coincidido hace una década en el drama de época En los jardines del rey.
Más historias que otras mujeres quieran escuchar
Uno de los grandes aciertos de la ficción dirigida por Stephen Frears es que Elena, la canciller, sea una mujer. “Aprecié el hecho de que este era un papel escrito y creado para que lo interpretara una mujer; una mujer que no siempre lo hace bien, de hecho, la mayoría de las veces lo hace muy, muy mal”.
Winslet siempre ha luchado por la igualdad en una industria, la cinematográfica, que siempre la ha maltratado. Desde la gordofobia que sufrió después de Titanic a negarse al retoque fotográfico con Mare of Eastwon, la actriz siempre ha alzado la voz a favor del feminismo. “Creo que la industria está cambiando mucho porque, como espectadores, nos inclinamos hacia historias sobre mujeres”, dice la actriz. Lo importante es que dejemos de etiquetar a estas mujeres. Esta no es necesariamente una serie sobre una feminista o una pionera de su tiempo”, considera.
“Ahora siento que necesitamos entrar en una nueva fase de hacer historias sobre mujeres porque son jodidamente importantes, ¿vale? Somos jodidamente increíbles. Así que sigamos creando historias que otras mujeres quieran escuchar”, continúa la intérprete. “Creo que hay un cambio en la marea, sólo tenemos que seguir avanzando hacia las costas correctas por las que queremos caminar”.
Una sátira sobre el poder aislacionista
El palacio en el que vive Elena es una caricatura totalitaria y forma una gran familia disfuncional. Su comportamiento tiene algunos ecos de Putin, pues invade un país vecino que una vez formó parte del suyo, y de Trump, con ese tono errático y desconectado de la realidad. Eso sí, Winslet asegura no haberse inspirado en nadie real. “La serie es ficción y está ambientada en un pequeño país ficticio, fue importante para nosotros inclinarnos hacia lo absurdo y apoyarnos en lo creativos que podíamos ser todos como grupo de narradores dentro de ese país”, asegura.
“Fue muy divertido para nosotros crear las diferentes capas para estos personajes completamente absurdos que viven en ese lugar tan extraño y aislado en el que los muros del palacio están dentro de este régimen autocrático imaginario”, reconoce la actriz.
Orgullosa de su trabajo en televisión
El trasvase entre el cine y la televisión es ahora constante, pero hace 15 años, la pequeña pantalla era aún considerada un género menor. “Me siento muy orgullosa de que en 2010, cuando filmé Mildred Pierce, yo fuera una de las primeras actrices de cine que hacía proyectos considerados más pequeños porque era el comienzo de una era completamente nueva”, dice Winslet consolidada ahora en la era del streaming.
Lanza un mensaje para las nuevas generaciones, que ahora deben aprovechar la cantidad de proyectos que hay. “Siempre les digo a los actores jóvenes que es un momento increíble para convertirse en actor. Los papeles son mucho más diversos, mucho más inclusivos. Creo que cada vez se habla más y se reconoce más la identidad de las personas, su origen y su herencia, esas cosas realmente se están incorporando a las narrativas de televisión”, afirma.
La actriz recuerda su debut en el cine, con Peter Jackson, en Criaturas celestiales. “Estaba realmente aterrorizada y no sabía cómo actuar, no tenía ni idea, estaba improvisando”, recuerda. “Desearía poder volver atrás y hacerlo todo de nuevo. Culpo a Peter por eso, porque él me enseñó cómo lograr que el estándar sea lo más alto posible y a entender que siempre sentirás que puedes hacerlo mejor”, concluye.