Rossini, de la ópera a la gastronomía
A los seis años ya tocaba en la banda municipal y compuso su primera ópera a los 14 años. Con esos inicios no es de extrañar que en tan solo 19 años compusiera 37 óperas, desde “Demetrio y Polibio” (1806) hasta “Guillermo Tell” (1829) y eso que vivió hasta los 76 años. Fue aclamado, criticado, reverenciado y admirado al convertirse, sin duda alguna, en el rey del género bufo y padre del “bel canto” romántico, junto con Donizetti.
En 1816, en Roma, escribió su obra más famosa, “El barbero de Sevilla”, basada en la trilogía literaria del barón Beaumarchais, cuya segunda parte, “Las bodas de Fígaro”, fue musicalizada por Mozart. Contrajo matrimonio en Castenaso en 1822 con la mezzosoprano española Isabella Colbran, su musa y una de las mejores intérpretes de sus obras. En un famoso encuentro con Ludwig Van Beethoven, durante la visita de Rossini a Viena, en 1822, al terminar su breve conversación le aconsejó: «Sobre todo, componga usted muchos Barbieris». Sus óperas tenían fama por su dificultad vocal, hasta el punto de pensar durante décadas que algunas eran imposibles de cantar, especialmente para la cuerda de tenor. En 1823 se trasladó a vivir a París, donde compuso una obra para celebrar la coronación de Carlos X y después se fue a Londres en el marco de una gira que lo catapultó al estrellato internacional de la música clásica.
La retirada de Rossini de la ópera durante los últimos 40 años de su vida nunca ha sido completamente explicada. Los factores que contribuyeron pudieron haber sido su mala salud, el cansancio que le había aportado su éxito y el surgimiento de una gran ópera espectacular con compositores como Giacomo Meyerbeer. Desde principios de la década de 1830 hasta 1855, cuando dejó París y se estableció en Bolonia, Rossini compuso relativamente poco. A su regreso a París se hizo famoso por sus salones musicales de los sábados, a los que asistían regularmente músicos y círculos artísticos, para los que escribió las entretenidas piezas Péchés de vieillesse (“Pecados de vejez”), una colección de 150 piezas vocales, para piano solo y de cámara. Se cuenta que el compositor Alberto Lavignac, que conocía los vicios de Rossini, le regalaba de vez en cuando una docena de las deliciosas sardinas que se pescan en el Golfo de Gascuña. El maestro le dijo un día: «Por favor, no me mande estas cosas el sábado. El sábado, hay siempre mucha gente a la mesa conmigo, y yo, cuando tengo las sardinas quisiera comerlas sólo, pero como soy tan buen marido, tengo que regalar siempre una a Olimpia (su segunda esposa)».
Ha sido descrito por los biógrafos como hipocondríaco, colérico y depresivo, pero también como amante de la buena comida. Fue un gran gourmet y en su época se dijo que Rossini solo lloró dos veces en su vida: la primera por la muerte de su padre y la segunda cuando se le cayó por la borda del barco un pavo trufado. Famosos son los Tournedos Rossini, una receta fastuosa que combina solomillo de ternera con trufas y foie. Apasionado por los macarrones, también lo era del paté de pollo con cangrejos a la mantequilla