La España feliz y alegre sin complejos y a pecho descubierto

El censo abrumador de rubias SúperEspaña. Son mujeres siempre rubias porque hay una edad que a las mujeres nos dicen que tenemos que aclararnos el pelo para no echarnos años encima. Unánime en todas las peluquerías de la UE. Salen con todas las banderas posibles sobre su cuerpo.

Dicen que ha venido gente de toda España pero yo vi más Madrid que nunca, gente que no puede ser de otro sitio que no sea la capital de España a juzgar por como van vestidos. Acento caraqueño, turistas, algún que otro señor despistado en patinete. Dos tipos de perros con sus respectivos dueños. Están los que van al Retiro ataviados con ropa deportiva y los que van a la manifestación. Se les distingue no tanto por la raza, (los perros, no los dueños), porque la correa es rojigualda. Pobres criaturas.

Una señora dijo: "Hay gente pero tampoco es arrollador, eh?"

Escaparates, empleadas del hogar como en todo barrio de bien, terrazas donde el café vale un cuarto de tu hígado. Todo va bien porque es domingo, porque ahí está la España feliz y alegre, la desacomplejada, a pecho descubierto, según el animador del cotarro y según la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Se repartieron banderas gratis y también los hubo que aprovecharon para venderlas a tres euros. Latas de cerveza y agua porque el calor apretó. Un par de jóvenes vendían libros y solo alcancé a leer el apellido del autor o quizá del homenajeado en el mismo: Calvo Sotelo.

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Hubo críticas a los medios, con o sin micrófono de por medio. Hubo un repertorio de canciones variopintas, desde People have the power a La gozadera de Gente de Zona pasando por Es mentiroso, de Olga Tañón. El DJ matiza que el adjetivo va dedicado a Pedro Sánchez Pérez Castejón, no vaya a ser que nos liemos.

A las 12:02. La cosa estaba flojita en la Puerta de Alcalá. La Plaza de la Independencia de toda la vida, me recuerda una señora a la que imagino entusiasmada explicándome a continuación la inmensa labor de españoles como Don Pelayo, los de las guerras carlistas y los encargados de domesticar América, pero esta parte me la perdí.

Citaron a los presidentes de las comunidades autónomas presentes en la cita. Citaron a los expresidentes Aznar y Rajoy. Citan a Almeida y a Díaz Ayuso. Solo es esta última la que despertó la hipotensión de los clientes del Café Capuchino y el resto de buscadores de sombra en esta calurosa mañana de domingo.

Arranca Almeida, al que citan como “el alcalde de España”. Coño, es de Madrid nada más, gritó el señor que tengo a mis espaldas. Siguió el filósofo y escritor Fernando Savater, al que se le escuchó regular. Continuó María Corina Machado, opositora venezolana. Un detalle algo chocante para hablar de amnistía y elecciones europeas, pero perfectamente comprensible en el barrio madrileño donde estamos.

Llegó ella. Dijo muchas gracias y bastó con eso para que la gente aplauda. Alaba a Machado, de la que dice que ha sido “inhabilitada a lo sanchista”. Luego dijo un poco lo de siempre, recordó que le gusta tomar fruta como postre o entre horas y que “esta es la casa de todos, carajo”.

Y llegó él. Alberto Núñez Feijóo. Y mucha gente se fue porque ya son cinco domingos los que nos reunimos y esto con un poco de fresco se lleva mejor. Pidió a Sánchez que disuelva las Cortes y convoque elecciones. Para cuando eso sucede, la España feliz y alegre sujeta una copa en la mano y la tapa en el otro. Militar en el aperitivo, de eso una nunca se cansa.