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Del 'fodechincho' al turista deseado: la comarca gallega que "aún está a tiempo"

La situación de Alcoa, de la que depende el 30% del PIB de Lugo, redobla el poder estratégico del turismo gastronómico

Del 'fodechincho' al turista gastronómico: el gran reto de A Mariña

Madrid

Se puede estar más o menos de acuerdo con las formas, pero el bar gallego que este verano se declaró "espacio libre de fodechinchos" ha ayudado a poner sobre la mesa un asunto que preocupa a muchos —dentro y fuera de Galicia— desde hace tiempo: los efectos indeseados del turismo de masas.

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Tampoco es que sea la primera vez que el genio del idioma retrata un situación así. Además del término guiri, un genérico asociado al exitoso modelo turístico de sol y playa, en catalán existe el concepto pixapins (literalmente, meapinos) y en Asturias, como señala el gastrónomo Jorge Guitián, muchos se ríen de los pisapraos que se quejan de la niebla o de la marea baja.

El fodechincho, para los gallegos, empezó siendo el turista (normalmente madrileño) que abusaba de la confianza de los pescadores que, en alguna ocasión, le habían regalado un jurel... para acabar casi exigiéndolo. ¡Sin complejos! Pero esa actitud, con el paso del tiempo, se ha ido extendiendo a otros ámbitos.

El profesor universitario Antón Losada explicó en X que "fodechincho es aquel al que los vigilantes le dicen que no se meta en el mar porque la marea está baja y te puede llevar, y les da igual; y si el vigilante les llama la atención, se cabrean con el vigilante". Pero también el que se sube a unas "dunas que están protegidas" porque "quieren ver la playa y solo son unos hierbajos", o el que "te oye hablar en el idioma en el que has hablado toda tu vida, y le parece mal".

Una especie muy extendida

En definitiva, como detalla Jorge Guitián, es el turista irritante "que no se integra, que no respeta y que, por dejar cierta cantidad de dinero, ya se cree con el derecho a decir cómo son las cosas". Un perfil aficionado a visitar municipios con una "presión turística alta", como Sanxenxo, O Grove, Baiona, Cambados o Santiago de Compostela.

Sea como sea, en Galicia le llaman fodechincho, pero se trata de una especie muy extendida. Algunos gallegos, de hecho, también se convierten en un fodechincho cuando visitan otras partes del mundo (o de Galicia), así que la procedencia, en el fondo, es lo de menos. "Hasta hace unos años usábamos la palabra con gracia", matiza la divulgadora Anna Mayer. "¡Era la broma de todos los veranos! Pero ahora hay que dejar de usarla porque ha aumentado el turismo y nos puede traer unos problemas que no necesitamos. Yo abogo por centrarnos más en el qué y no tanto en el quién".

Playa de As Catedrais (Ribadeo, Lugo).

Playa de As Catedrais (Ribadeo, Lugo). / Guang Cao

Mayer y Guitián forman parte, junto a Iñaki Gaztelumendi, del equipo técnico del Colectivo de Gastronomía da Mariña: una nueva asociación que aglutina a agricultores, cocineros y empresarios del sector turístico con el objetivo de "impulsar una estrategia que favorezca el conocimiento, el reconocimiento, la protección, el desarrollo, la promoción y la difusión de la gastronomía como elemento clave del patrimonio cultural" de una comarca situada en la costa noreste de Galicia y que cuenta con tesoros como la Playa de As Catedrais, la cerámica de Sargadelos, el bonito de Burela, la merluza de Celeiro o las fabas de Lourenzá.

Turismo 'slow'

"El turista nacional conoce algunos lugares muy concretos, pero no suele asociarlos a A Mariña y es una pena porque es algo que puede ayudar a las comunidades locales a sentirse orgullosos y querer mejorar", apunta Anna Mayer. "Se trata de poner en valor lo que ya tienen y de tejer una red para evitar el turismo rápido y de masa. Ahí lo que merece la pena es ir tranquilo: turismo slow, casas rurales, naturaleza... No sol y playa, como en otros destinos".

Tita Iglesias, jefa de sala del restaurante Javier Montero (Ribadeo) y presidenta del Colectivo de Gastronomía da Mariña, asegura que "uno de los problemas que tiene Galicia es que el turismo es muy estacional", concentrándose sobre todo en julio y agosto. "A Mariña es bonita en todas las estaciones y el turismo gastronómico se puede practicar durante todo el año, no solo en verano".

Pero el factor meteorológico es un arma de doble filo que, en los últimos años, ha convertido A Mariña (y casi toda la costa cantábrica) en un refugio climático para quienes huyen del calor. "La Mariña lucense tiene unas características bárbaras porque nunca hace mucho frío ni tampoco un calor espantoso", apuntan Mar Orosa y Vicente Martín, del restaurante El Oviedo (Ribadeo). "Estando a 1.000 kilómetros, nunca habíamos tenido tanta gente de la Comunitat Valenciana o de Andalucía".

¿Un futuro sin Alcoa?

La situación de la planta de Alcoa, de la que depende el 30% del PIB de la provincia, redobla el poder estratégico del turismo gastronómico en A Mariña. Pero el objetivo es aprender de otras experiencias para no pasar de Guatemala a Guatepeor. "Lo que se pretende no es tanto buscar un turismo con mayor poder adquisitivo, como conseguir que la gente sepa a dónde va para que sea más respetuosa y menos agresiva", apunta Jorge Guitián. "Apostar por el todo vale tiene una parte positiva, pero también una cara B muy fea y difícil de revertir. En A Mariña han visto los cambios y se han dado cuenta de que todavía están a tiempo de modularlo".

Tienda de Sargadelos.

Tienda de Sargadelos. / Europa Press News

Iñaki Gaztelumendi, director técnico del Foro Mundial de Turismo Gastronómico, asegura que en el mundo ya hay varios casos de éxito: "San Sebastián y el País Vasco son dos referentes globales. Pero tenemos que reconocer que Francia fue el primer país que entendió la importancia de la gastronomía como instrumento diplomático. También siento cierta debilidad por la provincia de Ontario, en Canadá, y es muy interesante lo que han hecho de forma colectiva los países del norte de Europa o regiones como Flandes, en Bélgica. Pero, obviamente, también hay que destacar la preocupación de México por la conservación del patrimonio gastronómico y el papel de marca-país que Perú le ha dado a la gastronomía".

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"España es uno de los destinos más influyentes y competitivos en el turismo gastronómico", añade el experto. "En 2022, según Turespaña, más de 17 millones de turistas (un 24% del total) afirmaron haber realizado actividades enogastronómicas, con un gasto total de 22.704 millones de euros, lo cual supone, con mucha diferencia, el tipo de actividad que más ha crecido en gasto desde 2016".

En plena polémica del fodechincho, A Mariña ha puesto en marcha la búsqueda del turista deseado, y lo ha hecho teniendo claro que, más allá de la fama de restaurantes como Nito o Javier Montero, cuenta con otros tesoros. "El mayor tesoro gastronómico de A Mariña es la diversidad", apunta Jorge Guitián. "Pero tampoco debemos olvidar que es la tierra de Álvaro Cunqueiro", zanja Gaztelumendi.

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Carlos G. Cano

Periodista de Barcelona especializado en gastronomía...