Karl Maukh y el sueño de Salomón
Cuando uno evoca el África negra suelen venir a la mente dos retos, dos búsquedas y dos hitos fundamentales en su exploración durante el siglo XIX: las minas de oro del rey Salomón y las fuentes del Nilo. En un caso nuestros pasos nos llevarán a Zimbabue. En el otro, a varios países como Etiopía, Uganda y Tanzania
Las míticas minas del rey Salomón
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El primer reto tiene un carácter más arqueológico porque durante dos siglos exploradores árabes y europeos buscaron las fabulosas y míticas minas de Ofir, lugar del que Salomón extraía sus tesoros. Los exploradores portugueses del siglo XVI lo asociaron a la leyenda del Preste Juan, un rey cristiano todo poderoso cuyos dominios incluían la región de las minas e intuían que Ofir tenía que encontrarse en algún lugar de África, en concreto en Etiopía. Pero fue en la antigua Rodesia del Sur donde se encontraron unas misteriosas estructuras de piedra que, por su magnitud, se creyó que debían ser las minas del rey Salomón, situadas en la zona denominada Gran Zimbabue, un centro minero de una nación de lenguaje bantú que prosperó hasta el siglo XV.
"Entre las minas de oro del interior y entre los ríos Limpopo y Zambezi hay una fortaleza construida con piedras de un tamaño sorprendente, y que parecen no estar unidas con mortero…Está rodeada de colinas sobre las que hay otras similares en el sentido que carecen de mortero, y una de ellas es una torre de más de 22 metros de altura. Los nativos llaman a estos edificios Symbaoe, que según su lengua significa palacio". Esto escribió Vicente Pegado, capitán de la guarnición portuguesa, en 1531 y espoleó la imaginación de varios aventureros..
Conocidas a través de la Biblia, de la Torá y el Corán, las supuestas minas han provocado siempre la curiosidad y la ambición de muchos investigadores, exploradores y arqueólogos. Se redescubren en 1867 gracias a Adam Renders, un viejo cazador de elefantes, que años más tarde se lo cuenta a Karl Mauch, un intrépido explorador y geógrafo alemán, y éste se percata de que están ante el mayor yacimiento arqueológico del África subsahariana y se atreve a decir que han encontrado el palacio de la reina de Saba. Lo que no sospechaban es que sus indagaciones inspiraron la famosa novela Las minas del rey Salomón, de sir Henry Rider Haggard, que escribió de un tirón, en 13 semanas y media, y la publicó en septiembre de 1885, considerada la primera novela de aventuras inglesa ambientada en África, lo que dio un impulso económico a su bolsillo con 30.000 ejemplares vendidos en un año solamente en Inglaterra y un impulso mediático a ese lugar que hizo que más arqueólogos se interesaran por esas fascinantes ruinas.