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Jonathan Swift: el escritor misántropo

Este dublinés fue hijo póstumo. Mal empezaron las cosas para él. Swift estaba casi siempre refunfuñando, pero su genialidad le salvó de la locura

Jonathan Swift y su mordaz visión del mundo

Jonathan Swift y su mordaz visión del mundo

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Una muestra de las penurias que pasó en su infancia es el extraño relato de humor negro titulado: Una modesta proposición para impedir que los hijos de los pobres de Irlanda se conviertan en una carga para sus padres y patria. Consiste, ni más ni menos, que en comérselos (en broma, por supuesto). Y para ello lo razona de la siguiente manera: "al cumplir el primer año de edad propongo que empecemos a preocuparnos por la suerte de los pequeñuelos, de tal modo que, en lugar de ser una carga para sus padres o para la parroquia o carecer de alimentos o de ropa toda su vida, cooperen a la alimentación y la vestimenta de millares de personas..."

Era hombre soberbio y altanero, que en palabras de Hipólito Taine "no pedía, exigía". Apoyó a los Whig (los liberales) durante años, pero andando el tiempo, éstos no cumplieron con las promesas hechas a Swift y se pasó al bando opuesto, al de los Tories (los conservadores). Escribió cuatro mil panfletos en tres años, para vengarse de sus enemigos. Llegó a ser deán de la catedral de San Patricio de Dublín.

La obra por la que Swift pasó a la inmortalidad es, sin duda, Los viajes de Gulliver (1726). Son varios viajes a lugares imaginarios como Liliput (país de los enanos), Brobdingnag (país de los gigantes) o Houyhnhnms (país de los caballos parlantes). En algunas ediciones españolas de la época franquista se cambió el nombre de Viaje a Laputa por el menos malsonante de Viaje a Lupata. Por cierto, en esta última obra describe los dos satélites marcianos: Asimismo han descubierto dos estrellas menores o satélites que giran alrededor de Marte, de las cuales la interior dista del centro del planeta primario exactamente tres diámetros de este, y la exterior, cinco; la primera hace una revolución en el espacio de diez horas, y la última, en veintiuna y media. Y lo escribe siglo y medio antes de que fueran efectivamente descubiertos por el astrónomo Asaph Hall y los llamara Fobos y Deimos (en 1877).

Cuando escribió estos viajes ya padecía una sordera progresiva, además de asma y vértigos, enfermedad conocida como "vértigo de Meniere", todo lo cual, unido a sus anomalías mentales, indujo a tener un carácter difícil. Lo pasaba muy mal el día que llegaba su cumpleaños. Cada 30 de noviembre vestía de negro y rechazaba cualquier alimento. Su misantropía le generó un odio a la estupidez y manía a la humanidad. Un día le vieron detenerse ante un gran olmo sin copa, le miró de arriba abajo y exclamó: "Seré como este árbol, moriré por arriba".

Presintiendo ya su muerte, escribió: Ha llegado para mí el momento de romper con este mundo: voy a morir rabioso, como una rata envenenada en su agujero. Murió en su Dublín natal el 19 de octubre de 1745, a la edad de 78 años.

 

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