Mucho más que nieve, compras y 'youtubers': la nueva cocina del Dubái de los Pirineos
Sin perder platos tradicionales como la trucha o el 'trinxat', Andorra cuenta con una oferta gastronómica cada vez más atractiva

Cocina gourmet entre montañas. / ANDORRA TASTE

Madrid
El paisaje pirenaico de Andorra no tiene nada que ver con el desierto de arena que rodea Dubái, pero también hay ciertos paralelismos entre dos lugares que —especialmente para la gente con cierto poder adquisitivo— pueden parecerse bastante al paraíso. Concretamente, a un paraíso comestible... porque entre los aficionados al esquí hay muchos foodies, pero no son los únicos.
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El cambio climático está afectando tanto a los deportes de invierno como al uso de los combustibles fósiles, así que tanto Andorra como Dubái parecen haber activado un plan B que pasa por fortalecer sus servicios y su atractivo como destino turístico (todo el año) y, en eso, la gastronomía, tiene mucho que decir.
Los restaurantes de Dubái se han llenado de estrellas —como el fútbol saudí— gracias a los fichajes de relumbrón: el sueco Björn Frantzén (único chef tres veces triestrellado), el indio Himanshu Saini, la francesa Anne-Sophie Pic, el italiano Niko Romito, el inglés Heston Blumenthal, el portugués José Avillez... y también unos cuantos españoles. El restaurante de Paco Morales cerró en 2024, pero ahí siguen Dabiz Muñoz, José Andrés, Dani García o Martín Beasategui.
Jubany, Paniego y Messi
En Andorra ha pasado algo parecido, solo que con cocineros que triunfan en restaurantes de Madrid o Barcelona: Nandu Jubany (Diamant y Piolet), Andrea Tumbarello (Don Giovanni Restaurant Soldeu), Oriol Rovira (Les Pardines 1819), Hideki Matsuhisa (Koy Hermitage)...

El chef Nandu Jubany, en el restaurante Diamant. / ANDORRA TASTE

El chef Nandu Jubany, en el restaurante Diamant. / ANDORRA TASTE
Como dato curioso, Andorra cuenta también con uno de los tres únicos locales de Hincha, el restaurante de Leo Messi. La única estrella Michelin del país, sin embargo, lleva el sello de Francis Paniego y Jordi Grau, en Ibaya, uno de los restaurantes del lujoso Park Piolets Mountain Hotel & Spa, situado a 1.817 metros de altura, en la estación de esquí de Grandvalira, y con platos como el trinxat, la carne de potro, los arenques o la napolitana de chocolate con carne.
El último gran fichaje, de todas formas, ha sido el del madrileño Nino Redruello, que —después de Madrid, Barcelona y Lisboa— acaba de inaugurar un Fismuler en el país de los Pirineos.
Turismo y cultura
"Andorra está en su momento", explica el chef. "Más allá de los famosos impuestos, hay una apuesta muy fuerte por atraer turismo y cultura, y cada año van dando pasos importantes. Para nosotros, además, es una opción muy atractiva e ilusionante porque nos permite explorar y entender otra cultura gastronómica y formar parte de otra comunidad".

El chef de Fismuler, de hecho, acudió como invitado a la comida a cuatro manos que Paco Roncero y la argentina (aunque andorrana de adopción) Victoria Kemerer ofrecieron hace unos días en la capital. "¡Me encantó el plato de la trucha salvaje!", confiesa Redruello.
Kemerer, que lleva 20 años viviendo en Andorra y abrió Kökosnøt en 2017 (actualmente cerrado por traslado a un nuevo local), asegura que hasta hace unos 10 años, la oferta gastronómica era más limitada, con muchos establecimientos tradicionales que ofrecían comida de montaña, con ciertos "signos de estancamiento". Pero eso ha cambiado.
¿El Dubái de los Pirineos?
"Hoy Andorra atraviesa una etapa de efervescencia gastronómica: la oferta se ha diversificado, han llegado chefs de otros países a dejar su impronta y han proliferado diversas franquicias. A este crecimiento se suma un hecho de enorme relevancia: en los últimos años se ha obtenido la primera estrella Michelin", señala Kemerer.
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Gastro SER | Guía Michelin: excelencia... y dos de 39
Al plantearle el paralelismo con Dubai, el ministro de Turismo y Comercio de Andorra, Jordi Torres Falcó, reivindica su identidad propia, "la de un país que combina tradición, excelencia y entorno" en el que, además, han apostado por el "concepto de gastronomía de alta montaña".
Con una población de 85.000 habitantes, Andorra recibió el año pasado más de 9,6 millones de visitantes, por lo que su objetivo, según Torres Falcó, no es crecer, sino mejorar la calidad de la experiencia y su gasto medio por día: "Queremos que quienes nos visitan descubran un país con propuestas constantes durante todo el año. Compras, deporte, bienestar, naturaleza, cultura y, por supuesto, gastronomía. Nuestras políticas de promoción están orientadas precisamente a eso".
Una responsabilidad histórica
Entre esas políticas, por ejemplo, destacan el congreso gastronómico Andorra Taste o el sello Andorra Selected, pensado para reconocer la excelencia en sectores como la hostelería, pero también las compras, el alojamiento y los servicios turísticos.

Una de las cenas del congreso Andorra Taste.

Una de las cenas del congreso Andorra Taste.
Pero, ¿hacia dónde va la gastronomía andorrana? "Vivimos en una era de amplia democratización de gustos y propuestas, pero es fundamental evitar caer en la pérdida de sentido o identidad", responde Kemerer. "Andorra tiene una herencia culinaria sólida, vinculada a la montaña y a sus tradiciones, y es nuestra responsabilidad preservarla y valorarla".
Con la textura de setas como plato icónico, Kökosnøt reabrirá en 2026 ocupando el espacio de una antigua borda (una construcción rural de piedra y madera que se destinaba a guardar ganado y heno). "El nuevo Kökosnøt contará con una sala de restaurante de estilo fine dining, un bar de copas y también un espacio dedicado a desayunos y almuerzos con una propuesta más relajada y saludable", explica orgullosa.


Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...




