La Dama de Baza

Más de cuatro décadas después nos acercamos a conocer a los protagonistas de aquel hito histórico y a los que siguieron sus pasos

Siempre estuvo a la sombra de la Dama de Elche. Cuando Francisco Presedo, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla, se topó con ella, el revuelo en el mundo arqueológico fue notable. Los vecinos de la localidad de Baza (Granada), la antigua Basti ibera, reprodujeron los mismos comportamientos que tuvieron los ilicitanos en 1897, cuando apareció en La Alcudia la Dama de Elche. Algunos vecinos creyeron que aquella misteriosa mujer de porte sereno era una imagen de la Virgen María. Otros pensaron que se trataba de un indio por el parecido del rostro cubierto de tierra con los indígenas norteamericanos.

"Parecía que estaba viva"

Así nos lo cuenta Baldomero Álvarez, el operario que ayudaba a Presedo en la excavación. Escuchando su relato de lo que sucedió, uno siente sana envidia de aquel momento. Pero no se puede tener todo. Una dama entronizada no aparece todos los días y mucho menos en las perfectas condiciones en que apareció la de Baza en 1971.

Toda la figura es un canto al mundo funerario ibero, tan interesante pero tan desconocido al mismo tiempo. El trono alado es una suerte de "máquina voladora" para alcanzar el mundo trascendental. El pichón de color azul que lleva en su mano izquierda no es la imagen más antigua de twitter (perdón por la broma), sino un símbolo del alma del difunto, quizá la joven de 20-25 años cuyas cenizas aparecieron en la urna excavada en la parte izquierda del trono de la dama.

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Si bien es cierto que no tenemos constancia de que los símbolos sean lo que decimos que son, no cabe duda de que se trata de un enterramiento. Las nuevas excavaciones intentarán recuperar y ampliar los trabajos que Presedo dejó sin hacen en 1971. Las nuevas técnicas arqueológicas así lo permitirán.