El trabajo en la Historia

Las pirámides de Egipto no se levantaron solas. Desde luego que las construyeron hombres. No fueron alienígenas, ni se emplearon extraordinarias maquinarias que hacían levitar los bloques de piedra por los aires, facilitando el trabajo. No. Las construyeron obreros, personas, trabajadores en definitiva que lejos de ser esclavos, otro de los grandes mitos del mundo antiguo, estaban perfectamente organizados en sus funciones. De lo contrario, es imposible entender que se alcanzara tal sofisticación. Y no es algo que nos inventemos para dar cierto aire de idealización al mundo antiguo. Las pruebas están ahí. Desde los cementerios de obreros aparecidos al pie de las pirámides, hasta los pocos documentos que nos han llegado describiendo las condiciones de trabajo de los obreros, todo indica y señala en una misma dirección. Se trataba de obreros cualificados y a los que se les tenía en mucha más consideración de lo que habíamos pensado. La idea de la esclavitud deriva de la egiptología decimonónica, basada únicamente en testimonios del Antiguo Testamento y en la supuesta presencia y esclavitud de los judíos en Egipto, otro gran mito que aún no se ha podido demostrar.

Levantando grandes catedrales

Cualquier historiador sabe que durante la Edad Media se movió más piedra que en la época en la que se construyeron las pirámides. Parece algo increíble, pero es así. Un viaje por las grandes ciudades de Europa nos puede acercar la realidad de sus catedrales; enormes edificios que se levantaron con miles de obreros organizados en gremios de los que tenemos mucha documentación. A su alrededor giraban algunas cofradías piadosas que podemos interpretar como los primeros servicios sociales de la Historia. Un proceso que hemos ido construyendo todos poco a poco durante los últimos siglos.