Arqueoastronomía: Reviviendo el pasado

Pero hace pocos siglos los equinoccios eran la marca de un calendario natural, la fecha de inicio de fiestas, rituales y sobre todo pauta para la delimitación de los calendarios agrícolas

Hace un par de décadas nadie se preocupaba del estudio astronómico de los monumentos. En la actualidad, ningún equipo de arqueólogos deja pasar la oportunidad de estudiar la orientación de un edificio civil o religioso o una tumba. Saben que de ello depende en muchos casos el conocimiento real de ese lugar, su tradición y sobre todo, su verdadero significado.

En el programa de esta semana queremos hacer hincapié en este fenómeno tan singular y lo haremos tomando como referencia dos monumentos característicos. Por un lado el dolmen de Soto, en la localidad de Trigueros (Huelva) y por otro el oppidum de Puente Tablas, la ciudad ibera situada a las afueras de Jaén.

El dolmen de Soto

En la década de los 80 una de las últimas restauraciones que se realizaron en el dolmen de Soto (ca. 2500 a.C.), implicó la construcción de un muro de hormigón justo frente a la puerta de entrada del túmulo. De esta forma, al llegar los equinoccios en septiembre y marzo, no se podía ver la entrada del sol por lo que se aniquilaba la magia del megalito. Este tipo de acciones llevadas a cabo sobre los dólmenes son una evidencia más del poco valor que se daba al estudio arqueoastronómico hasta hace bien poco.

El de Soto es un dolmen de corredor de 21 m en cuya zona más profunda existe una cámara, el sancta sanctorum, que en la prehistoria contaba con un altar para recibir ofrendas o servir de plataforma para rituales religiosos. Los diferentes enterramientos que aparecieron ahí en las primeras excavaciones nos hablan de un lugar sagrado en donde el itinerario del sol marcaba las creencias de los antiguos pobladores de la zona.

Equinoccios iberos

La misma razón de ser debió empujar a los antiguos iberos para que hace casi 2400 años erigieran el oppidum, una ciudad fortificada, en Puente Tablas (Jaén). El sol en los equinoccios atraviesa la puerta de acceso a la ciudad y mancha de luz la escultura de una diosa.

Conocer el significado de estos rituales nos ayuda a conocer más la forma de pensar de los antiguos habitantes de la península. El sol y las estrellas, los árboles, las montañas y los ríos fueron para el hombre antiguo y prehistórico los protagonistas de un teatro mágico en el que los dioses interconectaban con el ser humano; algo aparentemente ingenuo pero con un complicado trasfondo intelectual.