La hora de los primos
Cada esclarecimiento hace más ostensible la magnitud del entramado montado por el gran dinero para esconderse
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Madrid
Mario Conde, detenido por blanqueo. La basura de este gran cínico sale a la superficie y nos alegramos, pero nuestra alegría es a medias porque cada esclarecimiento hace más ostensible la magnitud del entramado montado por el gran dinero para esconderse. La noticia de Mario Conde, que después de tantos juicios y condenas aún conservaba su patrimonio, como la de los despachos panameños nos recuerdan que hay un universo entero de complejidad muy sofisticada, madurado por muchos años de experiencia, engrasado por importantes poderes económicos y tolerado por la política como una pieza casi estructural del sistema con la complicidad de demasiados bancos. Y que hay diseñada una legalidad de plastilina para que el gran dinero pueda cumplir su primer mandamiento que es la optimización de beneficios.
Ahora, cuando llega la hora de los primos, cuando el ciudadano común es llamado a cumplir con sus deberes fiscales sin optimizaciones, ni ayudas políticas, ni ingeniería, ni ayuda bancaria, ni misericordia para sus errores, se ve tan pequeño que las buenas noticias de la justicia no eliminan su sensación de desvalimiento.