Una sonrisita inoportuna

Madrid

Deben de ser muy caras esas comisiones de investigación, o se debe de asumir que no valen para nada, cuando se elude organizarlas. No hay oficio más viejo del mundo que preguntar o querer saber, incluso aunque sea un caso cerrado. En el accidente del Alvia murieron 80 personas, no parece un siniestro en el que pueda escamotear cualquier esfuerzo de investigación con el que se intente llegar a conocer algo más de lo que se sabe.

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Y desde luego no es un asunto para que en medio de la bronca política se te escape la sonrisita que lució ayer el portavoz del PP Rafael Hernando, la sonrisita de sus grandes ocasiones. Una sonrisita que no es nueva, y que es una sonrisita como de tanatorio, o sea bastante inoportuna, bastante ofensiva. Es un combo. Estar hablando de las víctimas del Alvia y de repente incrustar a ETA en el debate para acusar a un diputado de compadrear con la banda está a la altura del mejor hit de Hernando. Un hit que precisamente también tiene relación con las víctimas, en este caso no de un accidente de tren ni de un atentado terrorista, sino de una dictadura, la dictadura franquista. Cuando Hernando dijo que las víctimas de la represión sólo se acordaban de sus familiares cuando hay subvenciones.

Por tanto, hay que reconocerle a Hernando autoridad cuando se habla de víctimas en el Congreso. Autoridad para menospreciarlas, como hizo ayer con los familiares de las víctimas del accidente de Angrois, y autoridad para humillarlas, como hizo en el pasado con las del franquismo. Se ve que se puede hacer política con las víctimas que él elija, las víctimas que él considere convenientes, del mismo modo que el PP, al elegirlo como portavoz en el Congreso, eligió también una forma de hacer política.