Dar asco / dar pena

Madrid

Hay un asunto literario universal, que empieza prácticamente en el Quijote y habla del otro yo, la creencia de ser otro voluntaria o involuntariamente, o bien la impostura, el engaño masivo. Si lo haces con voluntad de estafa social, de presentarte como quien no eres, el personaje habitual elegido para ser interpretado es el de alguien de una posición superior a la tuya: finges tener más dinero, más poder, un talento oculto. Ese papel cualquiera suelen bordarlo porque es lo que ha esperado hacer toda la vida. O sea, estamos programados para dar asco.

Lo que no sabía, visto el caso Nadia y la detención de Paco Sanz, acusado de estafa, es que se nos sigue dando tan bien dar pena. Con el agravante del perjuicio a los demás enfermos. Y con una particularidad importante, y es que Nadia sigue siendo una niña enferma y Paco Sanz un hombre enfermo. Evidentemente la niña ha sido víctima de sus padres y Sanz es presunto culpable.

Pero este comercio de las enfermedades, este agravarse para pedir dinero, y traficar con la compasión, porque no se trata de otra cosa, es un oficio viejísimo que devuelve la picaresca al nivel en el que ha estado siempre, que es el de pedir de abajo arriba. Que siempre es más ordenado socialmente que fingirse ejecutivo y pedir dinero para una inversión o un producto bancario: se trata de lo mismo, de la estafa. Me gusta llamarlo así y no picaresca, porque la estafados no son tanto los que entregan el dinero, con su buena voluntad, como los enfermos a los que se deja en la delicada situación de 'probar' que dicen la verdad cuando necesitan ayuda de todos.