Estados Unidos y su tira y afloja con los acuerdos climáticos
El país norteaméricano vuelve a salirse de un pacto ambiental después de comprometerse con él. Primero fue George Bush quien se apartó del Protocolo de Kioto, ahora es Donald Trump quien no quiere formar parte del Acuerdo de París
Madrid
La relación entre EE. UU. y los esfuerzos mundiales para frenar el calentamiento global ha sido la de una larga historia de amor. Un amor a primera vista con el primer acuerdo climático internacional, el de Kioto en 1997, en el que el presidente estadounidense por aquel entonces, Bill Clinton, se comprometía. Hacía referencia a que era un entendimiento entre las naciones que beneficiaría a las próximas generaciones y a la economía mundial.
Pero la separación tardó poco en llegar, el Congreso de su país no ratificó el pacto y la adhesión solo fue simbólica hasta 2001. En ese año ya era otro el presidente, George Bush, quien se separó del acuerdo, y anunciaba el coste del convenio climático para Estados Unidos: 100 mil millones de dolares y cinco millones de puestos de empleo. Por esas fechas, el país con apenas el 4 % de la población mundial era, junto con China, el mayor emisor de gases contaminantes del mundo. Entonces, solo les quedaría París.
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El segundo acuerdo, con punto de origen en la capital francesa, llegó 18 años después que el de Kioto, en 2015, ya con Obama al frente del Ejecutivo. Las negociaciones fueron flexibles para que grandes contaminadores como China, India y, sobre todo, EE. UU. no se echaran atrás.
El acuerdo es más permisivo de lo que la ciencia pide, pero todos, incluido EE. UU. y China, lo ratificaron en menos de un año. Ahora Trump, rompe la relación. Es un acuerdo perjudicial, ha dicho este viernes el magnate. La historia se escribe una vez más: Ahora da marcha atrás, como Bush, a lo ya firmado.
¿El precio? La tierra sufrirá mayores niveles de calentamiento, subirán las temperaturas medias, se acelerará el deshielo en los polos y crecerá el nivel del mar.