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El curioso imperio de Carlos V

La serie de televisión El mundo de Carlos V ha traído a la memoria de muchos la vida del gran emperador español, padre de Felipe II cuya historia está repleta de pasiones, contradicciones religiosas y una expansión política que solamente superaría su hijo pocas décadas después

SER Historia: Especial programa 500 (12/08/2018)

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Madrid

Todos tenemos muy viva en la retina la imagen de Juana la Loca. Esta mujer (1479-1555), tercera hija de los Reyes Católicos y anterior a la instauración en España de la dinastía de los Austrias, fue reina de Castilla entre 1504 y 1555, heredando en 1516 el reino de Aragón. No obstante apenas desempeñó los cargos que aparentemente reflejaban sus títulos ya que los verdaderos soberanos fueron su esposo Felipe I el Hermoso, su padre Fernando II y su hijo Carlos, quien a la postre se convertiría en Carlos I de España, el emperador Carlos V (1500-1558).

Los misterios del emperador

En la vallisoletana iglesia jesuítica de San Miguel, se conserva un curioso retrato de Carlos V. Se trata de una imagen anamórfica del emperador, pintada sobre un lienzo de muy poca altura y de una anchura extraordinaria. A simple vista no ofrece más que una mancha de color totalmente amorfa. Pero si se observa desde un lateral el retrato del monarca se nos presenta con toda claridad. Un ejemplo más de esta insólita forma de ver el mundo descubierta en el siglo XVI y que encaja perfectamente con algunos de los aspectos menos conocidos de la vida del emperador nacido en Gante.

Otro de las curiosidades que rodean a su vida es el nacimiento del primogénito Felipe, a la postre Felipe II.

El monarca nació en Valladolid, pero hay documentos que señalan que pudo haber "nacido dos veces". Según relata el prestigioso historiador del reinado de Felipe II, Manuel Fernández Álvarez en su obra Felipe II y su tiempo, una comitiva real trasladaba en litera a la emperatriz Isabel de Portugal (1503-1539) y a su esposo Carlos V (1500-1558). Salieron de Granada en enero de 1527 de forma casi precipitada. La razón no era otra que el embarazo del primer hijo del joven matrimonio, casado unos meses antes, en el verano de 1526.

El duro invierno de la Península demora la marcha de la comitiva real, por lo que Carlos decide tomar la delantera hacia Valladolid para ir solventando todos los problemas que se pudieran plantear en el camino.

Según relata el embajador polaco Dantisco, el cortejo tardó más de un mes en llegar a la ciudad de Valladolid. El pueblo estalló de júbilo con la entrada de la corte imperial, saliendo a la calle para acompañarla hasta el palacio de los Pimentel.

Por fin el martes 21 de mayo Carlos V envió por mediación de su secretario Francisco de los Cobos, una misiva a todo el reino en la que se comunicaba a los miembros de su corte y a todos los “ommes buenos” el feliz nacimiento de un varón ese mismo día.

Lo que desencaja esta historia es el hecho de que si realmente Felipe II nació en mayo, no tiene mucho sentido la precipitada salida de Granada de su madre en enero, para permanecer cuatro meses sin salir del palacio de Pimentel en Valladolid hasta el alumbramiento.

Cabe otra posibilidad, quizás más especulativa, pero que no pocos han dado por buena. Y es que, Felipe II no llego a nacer en Valladolid sino que lo hizo de camino, posiblemente en un pequeño pueblecito de la provincia de Salamanca llamado Villoruela. Allí al menos se conserva el Libro Sacramental siglo XVI, folio 38, se puede leer: “In nomine Domini: Manifiesto sea a todos los que la presente vieren y oyeren cómo en el año de mil quinientos e veintisiete años, a veinte y dos días del mes de mayo, nasció el hijo del emperador don Carlos, muy serenísimo rey y emperador, e de la serenísima Reina y Emperatriz, nuestros señores, e llamose el príncipe de Castilla don Felipe. E por ser verdad yo el bachiller... [no se entiende] lo firmé de mi nombre”.

Fernández Álvarez lo justifica como el gesto emocionado del párroco del pueblo por el nuevo nacimiento. Sin embargo, otros reclaman el verdadero nacimiento del hijo de Carlos V en la población salmantina.

 
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