El prejuicio y el átomo

Madrid

Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio, escribió Einstein, y ahí tienen al Sindic de Greuges catalán, a riesgo de alimentar los prejuicios construidos tras tantos años de procés. Cargado Rafael Ribó, más que de relatividad, de relativismo. ¿Listas de espera largas en Cataluña? Depende.

"Las cifras se pueden interpretar en muchas direcciones", dice. ¿Qué fue el procés? Eso, una interpretación. Un clima, a veces un estado de ánimo. El prejuicio lo alarga quien sabe, como el Síndic, que si alguien de otra comunidad va a tratarse a la suya, su autonomía lo paga.

"Yo no sé si esta es la lista más larga, depende de cómo la enfoquemos. Pero uno de los déficits que tiene la sanidad es la gente que viene de fuera a operarse", dice en la misma frase. ‘La culpa la tienen los de fuera’ es un eslogan que usan otros con los que Ribó no querría que le compararan. Cargos independentistas aplaudían ayer sus declaraciones, porque llegan al final del procés, del proceso verbal que nació al calor de aquel ‘España en roba’ que empezó Artur Mas mientras recortaba la sanidad. Al final de aquellas declaraciones están estas de ahora que Ribó después negó.

Celebraban ayer las palabras de Ribó aquellos que dijeron y escribieron -pueden consultarlo aún, lo tienen a tiro de google- que la independencia haría subir las pensiones y bajaría el paro cuatro puntos, o seis (esto lo publicó una revista que dirigía Quim Torra), y reduciría las listas de espera y los retrasos de los trenes. Ese fue el clima durante años y los efectos de ese calentamiento global perviven todavía en quienes están dipuestos a que les den argumentos para señalar al de fuera. Argumentos o prejuicios. El relativismo debía de ser eso, la confusión entre una cosa y otra.