Memoria histórica
Por fin, después de décadas de bochorno en las cuales el Estado dejó solos, abandonados a sus escasas fuerzas y medios, a familiares y asociaciones, el Estado recupera la dignidad
La voz de Iñaki Gabilondo | 15/09/2020 | Memoria histórica, versión ampliada. / CADENA SER
Madrid
El Consejo de Ministros va a aprobar hoy la nueva Ley de Memoria Histórica, que sustituye a la aprobada por el Gobierno Zapatero en 2007. No hay que ser adivino para anunciar una escandalera política mayúscula, siguiendo la tradición de rechazar cualquier revisión de nuestro pasado bajo la acusación de que resucita antiguos odios por espíritu de revancha. Esta fue la victoria póstuma de la dictadura. Convencer a grandes capas de la población de que intenta reparar las consecuencias más lacerantes del franquismo era antipatriótico. Que lo patriótico era darlas por buenas y oficializarlas. Por esto arrastramos el vergonzoso lastre de viejas asignaturas pendientes que otros países han sabido superar con buena nota.
Memoria histórica
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La nueva ley es ambiciosa y muy extensa. Alcanza a todos los territorios del olvido con mirada panóptica. No queda ni un lugar sin escrutar su justicia represiva porque ilegitima sus tribunales y sus resoluciones, suprime sus títulos nobiliarios, revoca sus condecoraciones policiales y el mayor seísmo de todos, pretende abrir investigación sobre las incautaciones económicas y los bienes expoliados por razones políticas e ideológicas. Precisamente en la amplitud del objetivo vemos su mayor debilidad porque ofrece un flanco antiquísimo a una catarata de recursos, alegaciones y pleitos. Podría ahogar la ley en un mar de papeleo con un ejército de abogados movilizados en su contra.
Y el otro gran reparo, naturalmente, es el momento o la oportunidad. La atención del país está ahora en la emergencia sanitaria, económica y social que padecemos. El Gobierno podrá decir que nunca es mala hora para hacer justicia y que el problema no está en la acción presente, sino en la inacción pasada, pero lo cierto es que sus enemigos saben lanzar al cuello con toda la artillería, mientras que su clientela potencial tiene la cabeza en otra parte.
<p>El emotivo hallazgo de la alianza de boda de un fusilado por las tropas fascistas.</p>
De todas formas, ocurra lo que ocurra con esta ley, espero que salga adelante al menos la decisión de mayor calado humano. El Estado se pone al frente en la búsqueda y apertura de fosas, en la exhumación e identificación de los restos. Actuará de oficio... Por fin, después de décadas de bochorno en las cuales el Estado dejó solos, abandonados a sus escasas fuerzas y medios, a familiares y asociaciones, el Estado recupera la dignidad. Doce legislaturas después, 56 gobiernos después, seis presidentes después... el Estado va a hacer lo que le compete, lo que siempre fue su obligación, y se sacudió de encima de forma lamentable.