Emilio Silva: "En España se ha construido una falsa reconciliación"

Madrid

En la mayoría de las veces uno va eligiendo, dibujando su vida pero a veces es la vida la que te hace un quiebro y te rompe los esquemas. Esto último es lo que pasó a Emilio Silva, presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica que echó a andar hace 20 años por azar. Emilio estaba buscando documentación, información para una novela y se encontró con alguien que le dijo una frase que cambió su vida: "Yo sé dónde está enterrado tu abuelo". “Fui al Bierzo a preguntar a gente mayor donde había amigos de mi abuelo y de mi padre. Y era un amigo de mi abuelo, Arsenio Marcos, el que me buscaba entrevistas. Pero un día una cita falló y Arsenio y yo empezamos a hablar y fue cuando me dijo que sabía dónde estaba enterrado mi abuelo”.

A partir de ahí, la vida de Emilio cambió porque esta frase fue el punto de partida de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) . “Llamé a mi padre y me acordé de mi abuela que había muerto dos años y medio antes. Mi abuela, que había comprado un panteón donde figuraba el nombre de mi abuelo, sin decírselo a nadie. Ella quería estar con mi abuelo y yo lo pude cumplir”, nos dice el presidente de la ARMH.

Desde ese 5 de marzo del 2000 hasta ahora hoy Emilio ha oído todo y de todo en torno a su Asociación.” He oído cosas muy bestias en estos años como cosificar a las víctimas o que la gente sólo buscaba a sus familiares por el dinero, por las subvenciones cuando este estado jamás ha dado un duro a estas familias”. Durante estos 20 años la Asociación ha ayudado, reunido, encontrado a mucha gente. En estos 20 años se han exhumado cerca de 9.700 personas de las cunetas pero aún queda mucha gente por encontrar. “Hay una lista de 114.226 personas que sale de una investigación de Garzón de 2008. La cifra exacta es muy difícil de saber porque una fosa lleva a otra fosa”, asegura Emilio Silva. Durante estos años la Asociación ha contado con voluntarios de 20 nacionalidades desde Nueva Zelanda a Japón como fue el caso de Toru Arakawa, un ciudadano japonés que leyó una noticia sobre la Asociación y sin mail previo llegó a Ponferrada para ayudar. Eso lo hizo durante meses hasta que murió. “O el caso de los electricistas noruegos que nos ayudan porque para ellos somos un laboratorio de lo que es capaz de hacer el fascismo. Y eso se debe estudiar en los colegios”, nos dice Emilio Silva. “Hay que aprender la historia de quienes construyeron nuestros derechos de la misma forma que hay que saber la historia de quienes los destruyeron. Y la mejor forma de vacunar a nuestros hijos de esto es que sepan dónde nos lleva”.