Los islamistas detenidos querían atentar contra estaciones de tren y el Bernabéu, según Garzón
El juez de la Audiencia nacional ha decretado prisión para cuatro de ellos
Madrid
El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón afirma hoy en el auto de prisión dictado contra cuatro de los trece detenidos en la 'Operación Nova II' por terrorismo islamista, que el segundo nivel de la célula desarticulada disponía de documentación de diferentes objetivos terroristas en Madrid, como las estaciones ferroviarias de Atocha y Príncipe Pío, edificios emblemáticos como Torre Picasso, la sede del PP, el Palacio de Exposiciones y el estadio Santiago Bernabéu.
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Según el juez, este segundo nivel, "cuyos miembros estarían dispuestos a sustituir a los de la primera línea (quienes ingresaron en prisión el pasado 23 de octubre) una vez cumplieran sus acciones o fueran detenidos", estaría dirigido por Addila Mimon, uno de los detenidos en la primera fase de la operación bajo la acusación de pretender atentar contra la Audiencia Nacional.
Esta mañana el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón tomó declaración a los cinco de los trece detenidos en la segunda operación que se encontraban en prisión. El magistrado decretó prisión incondicional para Mustapha Zanibar, Kunic Soubi, Aspri Smali y Mohamed Amin por asociación ilícita en su modalidad de integración en organización terrorista.
El quinto detenido que compareció hoy ante el juez, quien se encontraba preso en la cárcel de Puerto I (Cádiz), quedó en libertad por estas diligencias, aunque seguirá cumpliendo una pena de 48 años que tiene pendiente. Los otros ocho detenidos en la "operación Nova II" comparecerán esta tarde ante el juez Baltasar Garzón, quien también les atribuye formar parte de este segundo nivel de la célula, llamada "Mártires por Marruecos".
"ANATEMA Y EXILIO"
Garzón explica que Mohamed Achraf formó un grupo terrorista de la tendencia salafista radical de la organización "Takfir Wal Hijra (anatema y exilio, en castellano), partidario de la 'jihad' violenta que también habría inspirado los atentados del 11 de marzo en Madrid, entre los años 2001 a 2003 en la prisión de Topas (Salamanca)".
Se da la circunstancia que el primero que relacionó el 11-M con esta organización fue el presunto cabecilla de la célula de Al Qaeda desarticulada en España en noviembre de 2001, Imad Eddin Barakat Yarkas, "Abu Dahdah", quien se lo declaró así al juez Garzón el pasado 18 de marzo. A este grupo terrorista, que aparece y desaparece periódicamente en la historia, se le atribuye entre otros el asesinato del presidente egipcio Anual El Sadat.
En el auto dictado hoy, el juez insiste en que Acharf denominó a su célula "Mártires por Marruecos" y que de ella formaba parte Addila Mimon, cuya verdadera identidad es Dibali Abdellah. Mimon está considerado el líder del segundo nivel de aquélla desarticulado en "Nova II".
AMPARADA TODA ACCIÓN CONTRA EL INFIEL
En la resolución dictada hoy, el juez explica que en el terrorismo islamista nunca va a existir una organización con cohesión estricta, "sino que se tratará de una distribución horizontal de funciones de los miembros, apenas liderados por el 'emir' del grupo que les otorga una dirección ideológico-religiosa, radicalizada e integrista que les dispone incluso para el martirio, pero que no impide la acción aislada o espontánea, como tampoco impone pautas de financiación u obtención de fondos".
"Cualquier acción que se desarrolle contra el infiel, estará amparada por la 'jihad' (robos, estafas, falsificación, tráfico de drogas) siempre que se dedique al fin común de atacar, producir dolor y eventualmente acabar, mediante la Guerra Santa, con el enemigo del Islam allá donde se encuentre sea España, Europa o cualquier otra parte del mundo", afirma Garzón.
En opinión del magistrado, la cohesión de la organización se consigue "con el adoctrinamiento inicial" desarrollado sobre "núcleos de personas que se van abriendo como racimos, en tanto que la acción criminal definitiva no es más que una consecuencia añadida, ya asumida como algo 'santo' y 'purificador'; algo que se impone por la propia esencia del camino de la 'Jihad' para un 'mujahidin', como soldado de Dios".
Garzón vuelve a insistir en esta resolución en que Acharf aprovechó "las rendijas y zonas libres de control del sistema penitenciario" para armar "un grupo amplio de personas dispuestas "a practicar la 'jihad'" inmediatamente o a medio o largo plazo. Para ello, a presos comunes "se les expone esta visión extremista del Islam como medio de expiación de sus pecados anteriores y para sacarlos de un modo de vida y conferirles la purificación, a través, en su caso, del martirio".