Abu Dadah: "No se pueden hacer estas cosas pero no me extraña, porque el abuso genera odio"
El presunto líder de Al Qaeda en España justifica los atentados del 11-M
Madrid
El sirio Imad Eddin Barakat Yarkas, alias 'Abu Dadah', fue condenado en 2006 a 12 años de cárcel por el Tribunal Supremo como líder de la red terrorista Al Qaeda en España. Hoy ha comparecido como testigo en el proceso por los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid que se sigue en el pabellón de la Audiencia Nacional en la Casa de Campo, pero apenas ha podido aportar algo de luz.
'Abu Dadah' ha negado que conociera las intenciones asesinas de la célula islamista a la que se acusa de la matanza, y sólo ha admitido que mantenía tratos comerciales con Jamal Zougam, uno de los supuestos autores materiales del ataque.
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Preguntado por la fiscalía porqué pidió comparecer ante el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón tras la matanza, 'Abu Dadah' ha explicado que "tenía interés para explicar que era inadmisible", "que no se pueden hacer esas cosas". "No me extrañaba [que hubiera ocurrido] por la guerra de Irak, porque en nuestra cultura el abuso genera odio", ha dicho, "pero llegar a ese nivel, bajo nuestra ideología, está prohibido".
Lamari, reconocido
Una de las víctimas de los atentados de Madrid ha reconocido a uno de los suicidas de Leganés, Allekema Lamari, como una de las personas que viajaron el 11 de marzo de 2004 en el tren que cogió en Alcalá de Henares (Madrid) y que posteriormente explotó, y ha asegurado que llevaba con él una mochila.
Así lo ha manifestado Juan Carlos M.P. en la vigésimo sexta jornada de juicio, en la que ha relatado que sobre las 07.10 del 11-M se subió a un tren en la citada localidad madrileña y que al sentarse en el vagón vio a "tres señores con unas mochilas" que parecía "como si estuvieran esperando algo". "Me llamó la atención la tonalidad de su piel, era oscura, como con un tono rojizo", ha recordado el testigo, que ha señalado que le "parecieron árabes" y que uno de ellos tenía una cara "aniñada y fina".
A petición del fiscal Carlos Bautista se le han exhibido varias fotografías, entre las que ha identificado a uno de los siete suicidas muertos el 3 de abril en Leganés, Allekema Lamari, como una de las tres personas que vio en el tren de Cercanías. Tras insistir en que esos tres individuos estaban "como esperando algo" y que mientras él los observó llevaban las mochilas encima y no las soltaron en ninguna parte, ha manifestado que después se cambiaron de vagón y "ya no les vi más el pelo".
El testigo ha recordado que ya no se bajó del tren hasta que se produjo la explosión, en la que él no resultó herido.
Mina Conchita
Previamente, un empleado de Mina Conchita, de donde fueron supuestamente sustraídos los explosivos del 11-M, ha asegurado que dio aviso al vigilante de la explotación, el acusado Emilio Llano, de la desaparición, a principios de 2004, de unas cuatro o cinco cajas de dinamita de 25 kilos cada una que dejó escondidas tras unas chapas metálicas.
Este testigo ha explicado que un fin de semana de principios de 2004 vio que habían quedado en el exterior de la bocamina unas cuatro o cinco cajas de dinamita, algo más de lo habitual porque normalmente podían quedar fuera unas dos cajas. Decidió entonces esconderlas tras unas chapas metálicas y cuando regresó el lunes vio que "ya no quedaba ninguna", por lo que alertó de la desaparición de los explosivos al vigilante, el acusado Emilio Llano, quien se enfrenta a una petición de cinco años de cárcel.
Al ser preguntado si Llano pidió que buscaran la dinamita o si el propio vigilante la buscó, el testigo ha declarado que no lo recordaba. Este empleado de Mina Conchita, que con su relato corrobora el descontrol que había con los detonadores y la dinamita -que según su testimonio quedaba a la entrada de la bocamina, en el suelo tras una chapa metálica-, ha señalado que dejó de trabajar en la explotación en mayo de 2004 "a raíz de lo que pasó".
Renault Kangoo
También ha declarado como testigo el dueño de la furgoneta Renault Kangoo que supuestamente sustrajeron los autores del 11-M para trasladarse hasta la estación de Alcalá de Henares con los artefactos explosivos que se colocaron en los trenes.
Según su declaración, la Policía, tras tomarle declaración el mismo 11 de marzo, le devolvió la furgoneta con la cerradura del portón de atrás forzada y con los efectos de su propiedad que llevaba dentro: una bolsa de deportes con ropa y unas botas de fútbol, papeles y correspondencia.
Entre todos esos enseres también le devolvieron una cinta en árabe que no era de su propiedad y que en ningún momento le reclamó la Policía, por lo que días después optó por llevársela él mismo al juez instructor del sumario del 11-M, Juan del Olmo.