La oposición denuncia que la Junta Militar de Birmania trata como presos a los refugiados
Miembros del exilio en Bangkok acusan al régimen de confiscar a las ONG la mitad de la ayuda
La Junta Militar de Birmania gestiona los campos de refugiados por el tifón Nargis como prisiones fuertemente vigiladas, según han denunciado este lunes fuentes de la disidencia y testigos en la zona.
La Junta Militar de Birmania gestiona los campos de refugiados por el tifón Nargis como prisiones fuertemente vigiladas, según han denunciado este lunes fuentes de la disidencia y testigos en la zona.
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Según la oposición, a los refugiados se les controlan las visitas y no pueden salir del recinto para buscar a sus familiares. Además, están vestidos con ropa similar a la carcelaria, deben mostrar permanentemente un número de registro y las visitas se limitan a un miembro de su familia que así lo acredite con un documento oficial.
Al parecer, los encuentros deben celebrarse en una sala especial, bajo la atenta mirada de un agente de los servicios de inteligencia. De acuerdo con los datos de las mismas fuentes, cualquier paquete de comida debe ser entregada a las autoridades del campo, cuyos responsables obligan a las aldeas cercanas a hacerles "donaciones voluntarias" de agua potable, arroz, mantas o ropa.
Por otra parte, los miembros del exilio birmano en Bangkok han denunciado que los puestos de control del Ejército en el delta del río Irrawaddy están confiscando a las ONG internacionales la mitad de cada cargamento de material de emergencia que llevan a la zona.
Recelos por el reparto humanitario
Las agencias de ayuda humanitaria recelan del criterio de reparto de la asistencia por parte de las autoridades de la Junta Militar, que insiste en encargarse de forma exclusiva de la distribución de la ayuda.
El régimen admite por ahora 23.458 muertos y 33.416 desaparecidos por el ciclón que asoló hace nueve días el sur del país, aunque la ONU calcula entre 63.000 y 102.000 muertos, otras 220.000 personas en paradero desconocido y casi dos millones sin hogar.
Mientras tanto, el Gobierno birmano, por medio de su poderoso aparato de propaganda, sigue ocultando a la población la auténtica magnitud del desastre y bombardea imágenes del líder del régimen, Than Shwe, y otros generales dando ayuda a los damnificados, sin mencionar los miles de cadáveres que todavía flotan en el delta.