Dos meses sin Mubarak
Los protagonistas de la Revolución están terminando de armar los nuevos partidos que, en las próximas semanas, se van a inscribir por primera vez para participar en las elecciones parlamentarias de septiembre
En la plaza Tahrir lo único que, a primera vista queda de la revuelta es el edificio quemado del partido de Mubarak, justo al lado del Museo de Egipto. Pero no hace falta escavar demasiado para encontrar una revolución latente por todos lados. "Estos días han sido un largo parto, desde el 25 de enero al 11 de febrero, y la niña se llama Democracia", dice el guía Mohamed el Mashak. Y la verdad es que "democracia" y "libertad" son dos palabras que no paran de repetirse entre los egipcios; hinchados de orgullo unos, liberados del miedo otros y oportunistas que se suman a la coyuntura.
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Los Hermanos Musulmanes han tenido un papel fundamental en la revuelta y todo apunta a que lo tendrán también en el parlamento. Esperan conseguir entre el 30 y el 40% de los escaños, sin embargo, dicen que no presentarán candidato a la presidencia del país. Mahmoud, uno de sus militantes que prefiere no ser fotografiado, dice que "no es conveniente para el país, en este momento de inestabilidad, tener un presidente que pertenezca a los Hermanos Musulmanes", después de décadas prohibido por el régimen. Mahmoud asegura que esta formación islamista, que existe desde 1928, quiere representar a todos los actores de la sociedad egipcia, por eso se han puesto en contacto con la comunidad copta, "para integrar a un 10% de cristianos en el partido", que es la representación que hay a nivel nacional. Las mujeres, asegura, también van a formar parte de él.
Mohamed Arafat milita en las filas socialdemócratas y asegura que todavía queda mucha revolución por delante. "Lo primero, se tienen que ir las viejas figuras del régimen. Lo segundo, tenemos que hacer una nueva constitución y esperamos que sea después de las elecciones parlamentarias, que tienen que ser transparentes y justas. Y tercero, necesitamos un presidente que lleve a Egipto hacia la democracia".
Todavía no hay fecha para las elecciones presidenciales; unos hablan de finales de este año, otros de principios del que viene. Tienen pocos meses para configurar nuevos partidos y desarrollar programas electorales, algo que no había existido hasta ahora. El nobel de la Paz, Mohamed El Baradei y el actual secretario general de la Liga Árabe, Amr Musa, ya han confirmado sus candidaturas. De momento, entre la sociedad no hay una clara preferencia. Al primero le acusan de desconocer la realidad egipcia y, al segundo, de estar vinculado al anterior régimen, al haber sido ministro con Mubarak. El único consenso que hay por ahora es que no tienen prisa para elegir al nuevo presidente: la prioridad es que se celebren unos comicios limpios y justos. Y eso es lo que siguen pidiendo, cada viernes, los grupos de jóvenes opositores en las calles de El Cairo. Que se haga justicia y se investigue al antiguo régimen, empezando por el expresidente. Salah Saleen, intérprete y uno de los impulsores del movimiento Kifaya, ("Basta" en árabe), asegura que Mubarak tiene que ser investigado y juzgado, así como todo su entorno. Ayer, por primera vez desde que dejó el poder hace dos meses, Hosni Mubarak hizo unas declaraciones públicas negando las acusaciones de corrupción con el objetivo, dijo, "de arruinar la reputación e integridad mía, y de mi familia".
Los egipcios están en un momento crucial en su vida política, pero también en la económica. En el tiempo, la normalidad caótica cairota se ha impuesto a la inestabilidad, lo que no se ha recuperado es el turismo. A los pies de las pirámides de Giza, el guía Mohamed asegura que están prácticamente sin trabajo, "40 personas al día en la Gran Pirámide no es nada, antes la gente hacía cola para entrar y se quedaban sin poder pasar porque hay una capacidad limitada". En el Khan al Khalili, Mahmud, un vendendor del gran bazar cairota, nos cuenta que en su tienda "normalmente hay cola para pasar y estos días está teniendo sólo 5 o 6 compradores". Asegura que hay mucha gente en el bazar que ha tenido que buscar otro trabajo "esperemos que no tarde mucho tiempo en normalizar la situación, en que vuelvan los turistas porque hay gente que ya lo está pasando mal".
Y es que este es el verdadero problema al que se enfrentan los egipcios para evitar una verdadera crisis social. Egipto necesita el turismo que da más de dos millones de puestos de trabajo directos y otros tantos indirectos. Representa más del 11% del PIB. Las autoridades egipcias esperan alcanzar antes del verano el 40% del volumen de turistas que tuvieron hace un año en esa fecha y un 70% para finales de año.
Dos meses sin Hosni Mubarak. Un reportaje de Marta del Vado
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Así cubrió la Cadena SER la crisis egipcia que ha terminado con el régimen de Mubarak
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