La impresión del Himalaya
Al menos una pequeña parte. En el vuelo de Yeti Airlines que nos llevó desde Katmandú hasta Pokhara en un avión de hélice de 30 plazas emergieron, a la derecha, entre las nubes, el Gonesh y el Annapurna 2, las montañas más altas que jamás habíamos visto los 7 viajeros españoles
Cristina, la mujer de Carlos Soria, nos alertó y todos nos agolpamos en las ventanillas del lado derecho para verlos. Apenas se la distinguía la cumbre nevada de ambas (ninguna superior a 8000 metros) pero nos pareció algo majestuoso
Fue como llegar al destino en el que estaba escondido el tesoro. Resultó fascinante a pesar de que solo era una vista lejana desde el avión. No puedo imaginar como será el Daulaghiri visto de cerca.
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El Jetstream 41 nos dejó en Pokhara, una ciudad de 200.000 habitantes, en el centro de Nepal y enclavada en un gran valle en la zona de Gandaki. La primera impresión fue la de un lugar mucho más tranquilo y menos ruidoso que la estridente Katmandú. Caminamos hacia un enorme lago, llamado Phewa, rodeado de grandes colinas verdes. Y a lo lejos, a unos 30 kilómetros, varios el Annapurna un macizo formado por seis picos y que puede traducirse, en sánscrito, como Diosa de las Cosechas. Algo parecido a Suiza o Austria pero multiplicado por tres. La sensación es de una grandeza inabarcable. Ante tal demostración de la Naturaleza al ser humano no le queda más remedio que admitir su pequeñez.
A pesar de la cercanía de la cordillera montañosa más imponente del mundo el tiempo sigue siendo bueno. En Phokara el calor pegajoso nos acompañó durante todo el día y gran parte de la noche. Mañana partimos hacia Jomson. Y desde allí, caminando hacia Marpha, punto de partida del "trekking" que empezaremos hasta encontrarnos a Carlos Soria y su equipo, que ya han comenzado a descender desde el campo base hacia Hidden Valley (el Valle Escondido) . Si todo va bien el domingo les veremos.
Hoy hemos dormido muy poco y el cansancio empieza a pesar. Además, mañana toca otro madrugón. La avioneta hacia Jomson despega a las 6 de la mañana. Decidimos cenar pronto para intentar descansar unas horas. Después de la cena (el picante se ha convertido en algo inevitable), paseando de vuelta al hotel, Cristina se sincera: "Esta vez no ha podido hacer cumbre pero estoy convencida que Carlos conseguirá acabar los 14 ochomiles. No te puedes imaginar lo cabezón que es. Si se le ha metido en la cabeza lo hará". Ella lo conoce mejor que nadie así que solo nos queda decir amén. El problema es que, aunque dicen que la fe mueve montañas, ellas son las que dictan las leyes. Y en el Himalaya aún más. A Carlos, que en febrero cumplirá 73 años, le sobran ganas, ilusión, experiencia, sensatez y fuerzas. Ojalá lo consiga porque será el premio a una vida dedicada a cumplir un sueño
Carlos Soria habla con 'El Larguero' desde el Dhaulagiri
08:24
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